El tiempo, que no perdona, fue imponiendo la exigencia de disolución de una relación que, desde su inicio, estaba destinada a acabar. Los vínculos no son homogéneos y, por eso mismo, cada uno tiene una singularidad que nos obstante puede ser comprendido considerando su idiosincrasia. Por ejemplo, los paternofiliales deberían tocar a su fin con
