Agazapado, entrelazando sus miembros periféricos como un infante que se escurre entre su propia oscuridad para dejar de estar, se mantuvo durante horas, casi sin respirar; su deseo era abandonar esa presencia que lo delataba y lo tornaba diana de dardos envenenados. En un rincón, recubierto de penumbras, creía hallarse indemne, protegido por inexistente y,
Etiqueta: rechazo social
Asemejamos la manifestación de emociones a una humillación de nuestra dignidad que nos pervierte, desnudando la intimidad donde se halla rebujada esa fragilidad despreciada. Y una vez trasparentado quién somos, resulta una quimera la restitución de nuestra persona, no tan solo a la vista ajena, sino a la mirada propia.
