En una chabola, medio derruida, se cobijan una pareja de inmigrantes a punto de ser padres. Esperan el auxilio y la caridad ajena para sobrevivir. Por eso, han colgado un cartel solicitando ayuda. Acuden algunas almas solidarias con presentes que desean compartir, algunos a pie porque son vecinos, otros se desplazan en vehículos porque han recogido productos en alguna ONG. Relucen como reyes. De esta escena podría desarrollarse el relato que sustente una religión, aunque hoy algunos digan, para darle más entidad, que el cristianismo no es una religión exactamente, que no es teísta y que el Dios cristiano es aquel que brilla por su ausencia. Me pregunto, entonces ¿quién quiere un Dios así?