Cualquier especialista que se dedique a las humanidades, siempre interconectadas, se ve sometido, institucional o socialmente, a una exigencia de naturaleza ética que apela a su responsabilidad con relación a qué visión ofrece del mundo a sus conciudadanos.
Esta sutil o a veces explícita demanda es un arma de doble filo, con la que debemos lidiar hábilmente. Me explico: dar una visión esperanzadora y mostrar lo bueno que se desliza por este mundo nos puede llevar a ser absorbidos por los relatos oficiales impuestos, que contribuyen a mantener un sistema que enriquece y beneficia a los más poderosos. Optar por un análisis, investigación y desocultamiento de estos intereses sistémicos nos convierte en objeto de crítica feroz por parte de quienes sostienen que no podemos trasmitir una percepción tan pesimista del mundo que habitamos; fundamentalmente, aluden estos críticos, porque no contribuimos al bien de los jóvenes y de las próximas generaciones.
Ante este supuesto dilema, se me ocurre que lo que puede ser desvelado es porque muestra una faz falsa. Si no hubiese un control sutil y planificado sobre los denominados ciudadanos, no podría ser denunciado ni puestos en cuestión la simultaneidad de relatos oficiales impuestos y otras perspectivas que basadas en investigaciones y datos empíricos, denuncian que hay un doble juego, y son acallados y silenciados. La forma de acallarlos es evidente: los medios de comunicación dan un pábulo desmedido a determinadas narraciones que encajan con lo oficialista, y ningunean los discursos críticos con el sistema, el cual es calificado con una diversidad de nombres que confluyen: tecnocapitalismo, cuarta revolución industrial, hipertecnologización de lo social y económico, …
La cuestión es: ¿vamos a exigir silencio al mensajero? O ¿vamos a contrastar que hay de veraz en el mensaje? La decisión que tomemos no es banal, porque nos hallamos en ese fino umbral entre desmantelar lo que se nos oculta, o no hacerlo para no ofrecer un horizonte desolador a los que tomarán el testigo.
La conclusión es clara: quien tenga oídos para oír, que oiga, y ojos para ver que mire. Sostenernos en una burbuja para no sufrir, y dejar el campo de batalla libre a los que no tienen escrúpulos, solo nos conduce al desastre.
En este sentido, quienes contribuyen al individualismo del bienestar propio sin tener en cuenta la tierra que nos acoge a todos, y a los Otros es hacer el juego al capitalismo del momento, confundiéndonos y haciéndonos creer que la supuesta felicidad está solo en mí, con mi coach, y mis prácticas egocéntricas que me aíslan del mundo.
Felicitaciones por este escrito. Muy claro frente a la realidad. Hay que enviar el mensaje adecuado sin que parezca que es una queja frente a los sistemas de direccion social.
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Gracias!!!
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💜 Free Speech Censored; so Sad 😞 😔 😟 🙁 😥 😿 😞
…💛💚💙…
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