Cuatro sillas arrimadas a una mesa. Una vacía repleta de presencia. Un estar sutilmente reclamando su lugar arrebatado, tras años de sufrir. Un desenlace precipitado, pero no inesperado. Aunque, a decir verdad, ¿quién está preparado para ese instante en el que el hálito del alma deja de palpitar? Y súbitamente la vida es ya muerte, y nada tiene remedio.
Es una experiencia extraña, muy extraña. Sigue vívidamente entre nosotros, cuando nos reunimos, en nuestras charlas, en nuestro emocionarnos involuntario, a veces, para no alterar al otro. Y en el fondo duele.
Duele la desatención y el caos con el que fue tratada una paciente con una enfermedad muy compleja, a la que le denegaron la incapacidad absoluta laboral y tuvo que reincorporarse como pudo al teletrabajo, por benevolencia de sus jefes, y a la que había que ayudar y calmar en esos momentos en los que le superaba las exigencias de una sociedad que no sabe calibrar la enfermedad. A los pocos meses de reincorporarse murió; y me pregunto si no habría que apelar a la conciencia de algunos un padecimiento añadido que nadie se merece, y menos ella.
Finalmente, la “inseguridad social” no asume una incapacidad, pero sí pensión de viudedad y de orfandad. ¿No está fallando algo?
Me hago eco de las vicisitudes que tanto te hicieron sufrir y que han acallado. Los tuyos están bien, pero a ti no te dieron la oportunidad de tener -si era inevitable- una muerte digna. Y eso ha dejado un poso de rabia intensa en mí, porque sentí tu ansiedad, tu sufrimiento por los tuyos, por no dejar de trabajar y que se quedaran más desamparados. El mensaje que recibiste por parte de quien debe garantizar nuestros derechos fue: la única alternativa es morir. Y eso se aproxima mucho al homicidio por negligencia e involuntario. Mas no pasa nada, porque no eras más que un número de la sanidad pública, un número irracional y complejo. Mejor así para ellos.
Sin embargo, tu ausencia es para mí un motivo de denuncia y acusación de quienes tuvieron la responsabilidad de lo que sucedió. Aunque no pueda hacer más que ligar estas frases, entrecortadas al leerlas. Sigo siendo tu voz, esa que otros no pueden elevar para no perecer hundidos en la miseria. Seguiré siendo tu voz, …
La vie poursuivie déposant plainte contre la mort
Gain de cause..
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