Empatía versus Compasión

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Decía Schopenhauer que “la significación moral de una acción sólo puede radicar en la relación con los otros: solo con respecto a ellos pueden tener valor moral o carácter reprobable (…)”. Es decir, “(…) la compasión es la única fuente de las acciones desinteresadas y por tanto como la verdadera base de la moralidad (…) ya que egoísmo y valor moral se excluyen entre sí.”[1] Si asumimos, tal y como dice el pensador alemán, que el fundamento de la moralidad es la compasión, debemos recordar que ésta en su sentido etimológico significa padecer con. Y en este mismo sentido es utilizada por Nietzsche cuando, al contrario que Schopenhauer, se muestra beligerantemente crítico con una actitud que entiende que debilita al que padece, porque al ser consolado se hunde en su miseria, y al que compadece, el cual se siente turbado por esa capacidad de sufrir el dolor del otro como si fuese propio. En síntesis, para Nietzsche la compasión -de derivación cristina- debilita y niega la vida de ambos individuos. Rechaza frontalmente ésta por considerar que es una estrategia de la moral judeocristiana para que los hombres sean sumisos, se conformen con lo que acontece y queden debilitados, convirtiéndose en esclavos de una moral de los débiles, que solo reacciona, nunca actúa por iniciativa propia, ya que no posee esa potencia.

El contraste es notable: compasión fundamento de lo moral; compasión como cadena de los esclavos de una moral que debilita. Esta oposición merece ser pensada.

Lo que ambos denominan compasión, hoy lo designaríamos como empatía. Sin embargo, en el concepto de empatía lo prioritario es un nexo psicológico que por condición innata puede poseer cualquier ser humano: “todos, con independencia de nuestros valores, creencias, opiniones, rasgos de personalidad, cultura o estatus social, podemos utilizar dicho proceso empático, en mayor o menor intensidad, dependiendo de la capacidad de empatizar que poseamos”. [2] Sin duda alguna hay diferencias relevantes entre la compasión -tal y cómo la entienden los filósofos mencionados- y la empatía -con esa connotación psicológica. La divergencia no es un simple matiz, sino que manifiesta la concepción de lo humano y en consecuencia destaca lo moral como una cuestión más consistente que el psicologismo.

Aunque sea para situarla como fundamento o para fulminarla, la compasión posee un valor importante, ya que o funciona como fundamento que nos lleva a realizar acciones priorizando el interés ajeno; o bien sometidos a una moral de la entrega al otro, nos debilita como individuos y nos desvalija de nuestro poder y nuestra voluntad.[3]

Sea como fuere, lo cierto es que la com-pasión nos vincula con los otros, en cuanto individuos pertenecientes a una comunidad política, una cultura, en la que tienen lugar interacciones continuas. Y es precisamente esta condición política de lo humano en la que se forjan nexos, lazos o se cercenan, la que es fundamental para cualquier teoría política que se forje desde la idea de un interés general. Y esto porque, sin un ápice de compasión que dé consistencia a los vínculos que harán que haya asuntos de inter-és -es decir aquello que hay de común entre los individuos- será utópico aproximarnos a una comunidad política en la que se produzca una mayor conciencia de la interdependencia entre todos.

Es necesario explicitar que este último aporte en relación a la compasión y lo político no sería admitido por Schopenhauer o Nietzsche; sin embargo, nos proporcionan herramientas que nos ayudan a pensar la fluidez de la empatía ante la consistencia de la compasión como base a partir de la cual podamos plantearnos la posibilidad de una crítica social que recupere condiciones formales -en cuanto condición- y materiales sin las que pensar una comunidad política es inviable.

Seamos psicológicamente empáticos, pero ética y políticamente compasivos.


[1] Schopenhauer, A. Los dos problemas fundamentales de la ética. Editorial S. XXI. 2002.Pg. 231.

[2] Evolución conceptual de la Empatía. Pablo Olmedo Carrillo y Beatriz Montes Berges. Departamento de Psicología. Universidad de Jaén. Campus Las Lagunillas s/n, 23071, Jaén.

[3] https://filosofiadelreconocimiento.com/2019/04/08/la-obsesion-morbosa-con-el-dolor-que-es-la-compasion/

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