Encrucijada.

Un comentario

IMAGEN: GUERRA EN YEMEN

Estoy ante el ordenador con la mente embotada. No porque no tenga nada qué decir, sino por ansiar decirlo todo. Desearía hallar las palabras para gritar, aullar el dolor de las guerras, las más mediáticas y esas que sangran igual, pero son ignoradas. ¡Y no es un tópico! Es la angustia de palpar el sinsentido de humanos, de todas las edades, cayendo sin remedio fulminados, convirtiéndose en una estadística que a nadie conmueve, ya. Existir para acabar siendo un número de una masacre cometida sin piedad. Es el peor de los males que somos capaces de cometer los humanos, sin que a los individuos de los despachos se les altere el peinado; ya saltan los pedazos de los que adoctrinados u obligados van a la guerra, matan, y de todos los civiles que sin tener agujero donde refugiarse sienten como explotan sus miembros y los de sus congéneres.

Estoy ante el ordenador con la mente embotada. No porque no tenga nada qué decir, sino por ansiar decirlo todo. Los miles, millones, a la postre de humanos, que huyen de las guerras, la hambruna, las sequías, la falta de presente para sobrevivir y de futuro. Y lo hacen sabiendo que si fracasan probablemente mueran, pero prefieren morir intentándolo que observando pasivamente como se desintegra todo a su alrededor. Para terminar cosificados como números, nuevamente en los despachos, a la espera de la decisión de cómo se reparten los Estados esa avalancha de humanos que luchan por su derecho a vivir. Y nada es como habían soñado. Europa es un fraude para los inmigrantes, porque muchos europeos también luchan por sobrevivir, y acaban siendo un exceso de humanos buscando medios de vida sin que las condiciones se lo permitan.

Estoy ante el ordenador con la mente embotada. No porque no tenga nada qué decir, sino por ansiar decirlo todo. Hay quien aún sustenta que este es el mejor mundo de todos los posibles, sospecho que por su bienestar que le nubla la vista, los sentidos y la sensibilidad. ¿Para quiénes y para qué porcentaje de la población mundial lo es?

La encrucijada en la que me hallo es que buscar algún sentido a esta existencia exige mirar a mi entorno más próximo y vinculándome con otros hacer la existencia más llevadera, disfrutando con ellos, amando, riendo. Sin embargo, debo ignorar lo que pasa en puntos no tan lejanos, y algo más distantes del planeta, porque de lo contrario no hay posible sentido. Decía Mill que una persona no puede ser feliz en un mundo de infelices, y ciertamente no iba desencaminado, a no ser que ese humano se aísle de la mayor parte del mundo y se concentre en su refugio privilegiado. La cuestión es que no puede dejar de escocernos que, optando por esa actitud, estamos realizando el individualismo liberal que revierte positivamente en ese capitalismo que nihiliza, o manifiesta excelentemente esa nihilización del humano. La encrucijada es, en definitiva, yo y los míos o cada uno de los humanos que luchan por existir, y que vemos diariamente destripados, desnutridos y muriendo indignamente a diario en los medios de comunicación. No es una abstracción, no hablo del amor universal, sino de la compasión, la empatía hacia todos los que son exterminados de una manera u otra; algunos súbitamente, otros lenta y cruelmente.

Estoy ante el ordenador con la mente embotada. No porque no tenga nada qué decir, sino por ansiar decirlo todo. Al final, mi sensación es que no puedo decir nada que impacte por su novedad, que la costumbre desensibiliza y que lo que no es claramente novedoso e impactante no tiene eco en esta sociedad. Y la muerte, el hambre, las guerras, los genocidios son parte acompasada de la historia de la humanidad.

Estoy ante el ordenador con la mente embotada. Sumiéndome en una melancolía inevitable.

«Guerra»

Todas las madres del mundo,
ocultan el vientre, tiemblan,
y quisieran retirarse,
a virginidades ciegas,
el origen solitario
y el pasado sin herencia.
Pálida, sobrecogida
la fecundidad se queda.
El mar tiene sed y tiene
sed de ser agua la tierra.

Alarga la llama el odio
y el amor cierra las puertas.
Voces como lanzas vibran,
voces como bayonetas.
Bocas como puños vienen,
puños como cascos llegan.
Pechos como muros roncos,
piernas como patas recias.
El corazón se revuelve,
se atorbellina, revienta.
Arroja contra los ojos
súbitas espumas negras.

La sangre enarbola el cuerpo,
precipita la cabeza
y busca un hueco, una herida
por donde lanzarse afuera.

La sangre recorre el mundo
enjaulada, insatisfecha.
Las flores se desvanecen
devoradas por la hierba.
Ansias de matar invaden
el fondo de la azucena.
Acoplarse con metales
todos los cuerpos anhelan:
desposarse, poseerse
de una terrible manera.

Desaparecer: el ansia
general, creciente, reina.
Un fantasma de estandartes,
una bandera quimérica,
un mito de patrias: una
grave ficción de fronteras.

Músicas exasperadas,
duras como botas, huellan
la faz de las esperanzas
y de las entrañas tiernas.
Crepita el alma, la ira.
El llanto relampaguea.
¿Para qué quiero la luz
si tropiezo con tinieblas?

Pasiones como clarines,
coplas, trompas que aconsejan
devorarse ser a ser,
destruirse, piedra a piedra.
Relinchos. Retumbos. Truenos.
Salivazos. Besos. Ruedas.
Espuelas. Espadas locas
abren una herida inmensa.

Después, el silencio, mudo
de algodón, blanco de vendas,
cárdeno de cirugía,
mutilado de tristeza.
El silencio. Y el laurel
en un rincón de osamentas.
Y un tambor enamorado,
como un vientre tenso, suena
detrás del innumerable
muerto que jamás se aleja.

Miguel Hernández

De: Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941)
Recogido en Miguel Hernández – Obra Completa I
Ed. Espasa – Clásicos (Edición publicada con motivo del centenario del nacimiento de Miguel Hernández en 2010.)
ISBN: 978-84-670-3294 (del tomo I)

Singular: 1 comentario en “Encrucijada.”

  1. «El lenguaje de la violencia es estridente y chirriante: los gritos de los heridos, el griterío del populacho, el crepitar del fuego. El exceso no es un espectáculo para un público mudo que contempla la escena desde una distancia segura. El movimiento de la violencia tiene un alcance muy largo, abraza a todos los que se encuentran cerca. No tolera testigos neutrales, sólo conoce víctimas. Cómplices o enemigos.» p. 31,Tiempos de horror. Amok, violencia, guerra. Wolfgang Sofsky…El maestro Miguel Hernández!! Gran referente mi estimada filósofa….la guerra es, desde que nosotros, los humanos, somos…¿A quién exigir la garantía del producto caducado del ser humano?

    Le gusta a 1 persona

Replica a Cruzar La Noche Cancelar la respuesta