La indiferencia es el peor de los desprecios, aunque en sí misma ni tan siquiera desestime o deteste. Es, precisamente, esta neutralidad o falta de inclinación o repugnancia la que desaloja de todo lugar a quien siente la indiferencia ajena.
Si no cabe mostrarse para que el otro se aperciba de nuestra llamada, es que no tenemos valimiento en su falta o carencia, y de ahí, su no pasión o no afecto.
Los des-validos son los que no han hallado lugar en la carencia de ningún otro, y se han desanclado, se han quedado sin agarre, son sujetos des-subjetivados, que se precipitan hacia la desintegración, para dejar de ser. Esa es la contingencia necesaria, aunque parezca un oxímoron, de quienes son desplazados de cualquier otro, dejando de ser sujetos debido a la ausencia de vínculos.

La indiferencia es una forma de violencia pasiva que aniquila la subjetividad. No se necesita odio para destruir a alguien; basta con negarle un lugar en el mundo emocional de los demás. En última instancia, advierte sobre el riesgo de sociedades donde la desconexión humana convierte a las personas en entes invisibles, condenados a la «no existencia» por falta de amor, atención o simple reconocimiento.
Saludos cordiales.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Totalmente de acuerdo, podría prolongar mi post con tu comentario. Gracias!!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias por vuestra consideración.
Me gustaMe gusta
Dejar de ser, ergo: Lo que no vibra contigo no se queda, Pitágoras.
Desalojo es mejor.
Me gustaLe gusta a 1 persona