Vivimos en una época débil. Tal vez sea éste, el inevitable desarrollo de las sociedades occidentales opulentas, que empecinadas en satisfacer para no carecer, han satisfecho incluso lo innecesario. Pero, para mal de todos, no han sabido ahondar en las necesidades más profundas que afloran cuando las más acuciantes ya están sobradamente cubiertas.
Tenuemente se desvanece la luz cuando la verborrea encubre la falta de interés y delata el deseo de rellenar el tiempo sin percances ni conflictos. Todo lo intercambiado y depositado se torna confuso y gris, puesto en cuarentena, o en infinita cuarentena. Esperando, si fuera posible, restituir la luz y la mirada diáfana de alguna
A menudo reconocemos que la existencia parece estar “llena” si el sujeto tiene esperanza. Esta acostumbramos a referirla de forma etérea, posibilitando que pueda contener diversos sentidos, o bien por la dificultad también de concretar: ¿ qué espera el que espera? Esa tonalidad verdosa que asociamos a la esperanza puede adoptar la forma del reino
Mientras sigan derramándose cadáveres por doquier, de niños tullidos y jóvenes y adultos sin rostro ni alma, habrá responsables que deberán dar cuenta de lo que no hicieron y debían hacer y asumir las consecuencias reconociendo lo que sí hicieron y no deberían haber hecho nunca. Huracanes, terremotos, inundaciones, guerras eternas y acciones humanas que
La incomunicación entre las personas puede producirse por diversos motivos. Creo que el factor común sería la falta de voluntad de que ese contacto se produzca, bien porque interesa mantener vivo un determinado conflicto, bien porque no parece políticamente correcto reconocer la existencia de un enfrentamiento latente, que ya es más que patente. Sobre todo
Quienes destartalan un discurso forjado con dedicación por otro -el cual solo pretende abrir un diálogo- realizan un gesto de soberbia contra el lenguaje por la impotencia de no saber jugar con las reglas que lo rigen. Bordeando, pues, unos límites que se les tornan incomprensibles, despliegan la osadía de deslizar palabras, reconstruir frases, cambiar
Hay vínculos asfixiantes que cortan la respiración, anulan la capacidad de oxigenarse con autonomía y remiten continuamente al cordón originario. Entonces, urge la diversificación de objetos a los que vincularse para no proceder a la anulación de ninguno de ellos. Vincularse no es devorar a las crías como hacen algunas especies, sino posibilitar el apego
Resulta del todo anacrónico que se pretenda afrontar el problema de la educación con grupos cuyos individuos sostienen visiones totalmente homogéneas -como si de una disciplina de partido casi estalinista se tratara- y se expulse de ellos la heterogeneidad, la diversidad y la riqueza que ello implica. Digamos que en este desfasado error están cayendo,
¿Quién dispone de la virtud de saber mostrarse? Las generaciones que se han educado socialmente sin pudor sobre su intimidad, no han trazado líneas entre lo público-privado, lo social-lo íntimo, y esta confusión se extiende a veces entre lo que debe ser celebrado y aquello por lo que debe guardarse luto. Porque si todo lo
El coraje de decir No, se adquiere desprendiéndose del miedo a lo ajeno. Aquello real o imaginario que emana exigencias de lealtades infinitas y acaba apisonándonos el alma. Aprender a responder con un No, ante demandes insaciables o indignas, o simplemente contrarias a nuestro querer, es el acto más elevado de afirmación de la propia