Palpita con desazón la huella de tu ausencia que, como eterno retorno casi persecutorio, acontece en tu presencia. Una dicotomía punzante que des-cicatriza heridas, hirviendo de sangre a borbotones cual hemorragia infinita. Ojalá fueses tan solo una descarnada pesadilla, que al abrir los ojos extraña y desconcierta por irreal y fantasiosa. ¡Desintégrate! ¡Huye! Antes de
Etiqueta: Ausencias y presencias
Llamaste en el trasiego de una turbulenta y desvencijada mañana. Respondí, pero absolutamente ausente en tu presencia, a bocajarro. Supiste encajar el golpe de los que demandan y se les niega, sin decirles no, que es la forma más elegante y cínica. Acaso no acudas más, o ya sea desaconsejado, el tempo no es una
Retener una imagen del pasado en un papel es una ilusión visual que nos lleva a creer que lo acontecido sigue latiendo en algún lugar. Apurados por la necesidad de recordar y revivir momentos únicos, miramos la imagen convencidos de sentir el latido de antaño, cuando no es más que el palpitar nostálgico y melancólico
La amistad también envejece con más o menos vigor al unísono de nuestras canas secas y nuestra tez ajada. Pero, así como lo corpóreo se deteriora tendiendo a su finalidad, la amistad no debería sufrir ese proceso con el tiempo, si como parecía era amistad. Antes, los años solidifican los lazos que, antaño quebradizos, ya
Si el rechazo se produce culpabilizando al otro de impostor, la reparación es una quimera ya que se atenta contra la honestidad del “acusado”. Queda en depósito un dolor tal vez custodiado por el rechazado que siente no ser fiable, no ser valorado y la ausencia de quien fue para él alguien significativo.
Tenuemente se desvanece la luz cuando la verborrea encubre la falta de interés y delata el deseo de rellenar el tiempo sin percances ni conflictos. Todo lo intercambiado y depositado se torna confuso y gris, puesto en cuarentena, o en infinita cuarentena. Esperando, si fuera posible, restituir la luz y la mirada diáfana de alguna
Hay vínculos asfixiantes que cortan la respiración, anulan la capacidad de oxigenarse con autonomía y remiten continuamente al cordón originario. Entonces, urge la diversificación de objetos a los que vincularse para no proceder a la anulación de ninguno de ellos. Vincularse no es devorar a las crías como hacen algunas especies, sino posibilitar el apego
Las despedidas son siempre interrogantes que merodean por el miedo oculto de que esta sea definitiva, por abandono o por imperativo externo. Los modos formales de afrontarlas son diversos según las capacidades de manejo impostado de los sujetos, pero hay un lugar común y universal que es el temor a que no se produzca el
En el sótano se alojan esas ausencias cuya auténtica veracidad desconocemos, pero que necesitamos retirar mientras la niebla se desvanece. Vuelven a palpar con ahínco, ese no-ser reiterado y constante que forma ya una continuidad de individuos, el hondo surco cavado por el sentimiento de impotencia e incapacidad para conservar internamente presencia alguna. Así, nunca