La incertidumbre es una neblina fina infiltrada por los poros de lo que consideramos real, por haberlo asimilado al suceder, que dificulta la visión nítida de lo que hay y, por ende, de lo que cabe esperar que haya. Esta distorsión perceptiva, producida por el recelo que nos produce esa opacidad sutil, desencadena inseguridad, desasosiego
