Los recuerdos son nuestros puntos de sutura entre pasado y presente. Sin ellos sentiríamos la carencia de una identidad forjada con los años, nos sirven de cimientos para reconocernos hoy. Pero, también son, a veces, cargas pesadas del ayer que por su actualidad se convierten en heridas del presente. Lo relevante no es el significado
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¿Quién puede erigirse en juez supremo para intervenir en una relación de amor y decretar la necesaria separación? Quizás aquel que, sujeto a la convención social, carece de criterio alguno sobre lo que es amar.
El llanto desconsolado es, en general, una expresión de profunda tristeza. La cultura ha contribuido a su inhibición como si fuera una muestra de descontrol emocional y turbación del individuo inadmisible. Por el contrario, sabemos que la necesidad de llorar es un mecanismo que descarga la pena y hace su peso más liviano. Por ello,
La vida digna se asemeja a esos cánticos de aves mañaneras que proferidos por su naturaleza, que es su libertad, recrean los ecos de seres que siendo viven aquello que plenamente son. Acaso, evoquemos con palabras, como gorjeos, la voluntad de vivir –más allá de existir- una vida propia y apropiada que pueda predicarse de
Si la intimidad queda deslavazada ante la contemplación ajena, y ese ajeno que contempla no repara el empeño de desustanciar lo propio o el suicidio interior que en su presencia se produce, se hace cómplice del destrozo inexorable que acontece.
El coraje de decir No, se adquiere desprendiéndose del miedo a lo ajeno. Aquello real o imaginario que emana exigencias de lealtades infinitas y acaba apisonándonos el alma. Aprender a responder con un No, ante demandes insaciables o indignas, o simplemente contrarias a nuestro querer, es el acto más elevado de afirmación de la propia
Quien se formula semejante cuestión, usando la elasticidad del lenguaje, para suscitar sutilmente la disparatada idea en sus interlocutores de que tal vez no haya límites, está iniciando un juego arriesgado. Podríamos hacer una la lectura benévola y ver en la pregunta un quiebro sugerente, por cuanto puede estimular el esfuerzo personal en la consecución
Recordar acontecimientos pasados, traerlos de nuevo al corazón para resentirlos y darles vida emocional, durante breves instantes, permite ir asumiendo la propia historia, comprender las razones propias y ajenas, además de integrar aquellos retazos de vida como eslabones que forjaron lo que somos. Los recuerdos, sean fidedignos o no, constituyen fragmentos de nuestra vida emocional
Las circunstancias, que entretejen el camino al reconocimiento de sí mismo, dificultan el propósito; actúan como zarzas que desgarran la piel, atemorizan y paralizan al sujeto. Así, deslindar lo propio de lo externo –de esa alteridad que no siempre es inocua- deviene un trasiego continuo para no confundir el yo con lo otro. Quizás habituarse
Sobrevuelo un estado de mi yo que de languidez y letargo pierde vida y así consigo mantener cierto sosiego y corrección formal. Esa distancia que impongo con la altura y la falta de contacto anestesia la sensibilidad y solo veo el terror, pero no lo padezco, exiliado en esa tierra baja donde ahogo la respiración