Nos hallamos enredados en una telaraña de confusión en la que la memoria sesga los hilos que podrían dar sentido y posibilidad de hilvanar algún relato. Miedos, desconfianzas, un agudo aguijón que envenena toda la amalgama de emociones, como si éstas hubieran sido generadas desde la falsedad de todo cuanto creemos que nos es ajeno