Las fronteras difuminadas entre lo otro y el yo estimulan la compasión que deviene nítido padecer propio; ante esta carencia de límites no hay más posibilidad que el hundimiento simultáneo: el de quien en un principio sufría y el de quien ahora es el otro.
Com-pasión
Publicado por Ana de Lacalle
Escritora alacallefilosofiadelreconocimiento.com Ver todas las entradas de Ana de Lacalle
