Desbordadas aun por una vorágine de emociones, remembranzas, abrazos, reconocimientos y con una resaca mental que, habiéndonos trasladado cuarenta y un años atrás, se resiste al regreso a la actualidad, nos hemos despertado del sueño, hoy, todas las que ayer tuvimos la suerte de reencontrarnos en un espacio mágico, casi irreal.
Supimos las unas de las otras, y no tan solo recuperamos lazos antiquísimos que parecían desaguados, sino que establecimos nuevos con aquellas que tal vez en esa etapa pre-adolescentes no tuvimos la ocasión de conectar.
Hicimos una ruta nostálgica por la escuela, que nos inició en el arte de vivir, e invadiendo un lugar que ya no nos corresponde, nos apropiamos de él como si del ayer se tratara. Fotografías en cascada, escalada por aquellos recodos que antaño subíamos de par en par, e incluso a base de empujones juguetones, ayer volvíamos a recorrerlos con más o menos dificultades, intentando incluso reconocer el lugar, la zona por la que estábamos ubicadas dentro de la clase. Y nuestra estimada Montserrat Bassas orientándonos por esos escondrijos que, sin serlo, eran reminiscencias residuales en nuestra mente. Todas impresionadas y enormemente agradecidas por el gesto de esa profesora a la que ya rendimos homenaje en este blog.
Liberando a los profesores que hoy desempeñan con afán y voluntad su labor educativa, abandonamos el centro como una secuela retardada de la manifestación del ocho de marzo, dirigiéndonos a un restaurante de la zona que habíamos reservado.
Allí, gozamos del momento durante cinco horas en las que fuimos conversando, atendiendo como buenas alumnas al estridente silbido de quien nos hacía callar para escuchar las demandas, propuestas, mensajes a todo el grupo, e incluso llegamos a efectuar una rueda de intervenciones en la que cada una compartió aquello que libremente quiso, pudo o simplemente le brotó espontáneamente sobre lo que la vida le había deparado. Y como se desprende del hecho mismo de existir, había satisfacción, frustración, dolor y el cansancio, el peso y cierta sabiduría de las situaciones a las que nos abocan cincuenta y cinco años de recorrido.
Pero con un corazón palpitando en las manos, todo cuanto allí se compartió fue recubierto con un velo transparente de respeto, empatía e incluso admiración de unas por las otras, que no tiene precio sino infinito valor.
Recabamos en una amplia plaza del barrio tomando –como si de las bastilla se tratase- la terraza de un bar para, ya extenuadas y somatizando la intensidad emocional, despachando el día entre cervezas, infusiones, cafés y planeando los próximos encuentros. Eso sí, intentando priorizar y facilitar la asistencia de aquellas que, queriendo, no pudieron asistir y con el propósito de recuperar a más personas para el grupo del 64, a las que podéis estar seguras echamos mucho de menos. Estas letras van dedicadas a esas ausentes, intensamente presentes, para que les sirva de escueto resumen de lo que fue la jornada de ayer, y para animar a más personas a participar en los próximos encuentros.
Y para acabar alguien citó un aforismo que parecía escrito para la ocasión:
“El reencuentro es el rescate de lo que esencialmente nos une a los otros”
¡Ah! ¡Qué bien se lo pasaron! Me alegro.
Por cierto, será porque la cara de Montserrat se ve pequeña, o porque yo ando flojo de la vista, pero me da la sensación de tener una edad similar a la de las antiguas alumnas. O quizá sea que se conserva muy bien. Esto es un piropo, pero de buen gusto.
Provechosa jornada dominical tras la resaca mental de ayer. ¿Y anteayer?
PD.- Este Comentario, aunque termina con un interrogante, no pide respuesta.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Reblogueó esto en FILOSOFIA DEL RECONOCIMIENTO.
Me gustaMe gusta
Pero, Ana, y las mascarillas y la distancia de seguridad, el límite de reunión!!!!… Esa foto es actual? un abrazo y mucha preocupación por lo que acabo de leer y ver…
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me disculparás, pero no había visto la fecha, 9 de marzo de 2019, data del post o de la foto, entonces no se había decretado el confinamiento y el estado de alarma, jeje. Un fuerte abrazo y ya te prometí seguir leyendo este estupendo blog. Así ya me quedo tranquila, espero!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Tranquila…. Era antes de la pandemia, un año exactamente de que empezara a saberse todo….
Me gustaMe gusta
Brillante entrada! Una narración exquisita y memorable; de un reencuentro inolvidable con todas el desborde de emociones y sentimientos, que fluyen como un torrentoso rio en busca de océano. Volver a reconocerse, compartir años de ausencia, condimentados con alegrías y tristezas. Algo absolutamente enriquecedor; de quien tiene la dicha; de reencontrarse con aquellas de una juventud, plena de sueños. Un cálido saludo.
Me gustaLe gusta a 1 persona