IMAGEN: http://www.artistasdelatierra.com/obra/88358-Lo-apolineo-y-lo-dionisiaco.html.
“Nietzsche se inclina más por la forma epicúrea de vida, pero tampoco es el epicureísmo en sí mismo deseable. El sufrimiento y ciertos horrores de la vida deben ser evitados, si ello es posible, sobre todo si son estériles. La meditación morbosa de la muerte o el recuerdo constante de nuestra condición sufriente, son peligrosos, pueden modificarnos y volverse contra nosotros como argumentos que nos desalienten e impidan vivir. El único sufrimiento que no se debe rehuir, sino aceptar enfrentar y transmutar, es aquel que se puede llegar a convertir en estímulo vital, o que es querido como pago inexorable para crear. Toda valentía es poca ante este tipo de sufrimiento, en él sí que hay que ser duros, pero del sufrimiento estéril hay que apartarse para resguardarse y no convertirse en la prolongación reactiva de lo que uno más odia.”
González García. M (compilador). Capítulo 11-VII Salgado, E. Estoicismo y epicureísmo (en relación con Nietzsche)
En este fragmento, Enrique Salgado hace referencia a la posición de Nietzsche respecto del epicureísmo y el estoicismo. Esto porque está analizando la relación dolor/placer y el filósofo alemán entiende que los referentes clásicos griegos son estas dos doctrinas. En ambas la felicidad o estado de paz mental depende de cómo manejemos esta díada. Como vemos Nietzsche no era partidario plenamente de ninguna de las dos doctrinas, pero sí reconocía que el epicureísmo en cuanto busca huir del sufrimiento antes que adoptar una actitud impasible, era una vía más aceptable. La apatía estoica llevaría a no sentir y, por ende, ni el placer ni el dolor; esto choca frontalmente con la concepción nietzscheana de la vida que, desde su exaltación dionisiaca, apuesta por el dominio de sí mismo sufriendo o disfrutando, porque sin pasión no puede haber auténtica afirmación y deseo de vivir, porque lo que habríamos hecho sería negar la vida.
En este contexto se entiende que para Nietzsche haya un sufrimiento del que no debemos zafarnos, en palabras de Salgado, es aquel sufrimiento que no se debe rehuir, sino aceptar enfrentar y transmutar, es aquel que se puede llegar a convertir en estímulo vital, o que es querido como pago inexorable para crear. Es decir, hay un sufrir creativo que emana de su aceptación y transmutación, y que deviene un estímulo del querer vivir, y que en virtud de la voluntad de poder puede ser sostenido, padecido y transformado en creaciones que generen placer, alegría y un querer vivir, exaltando lo pasional, el canto, el baile como manifestaciones claras de que la fortaleza que nos proporciona el poder de la voluntad, nos convierte en sujetos creadores y activos que transforman la vida como padecimiento, en vida como pasión, emoción, intensidad y alegría.
Con el propósito de clarificar mejor el fragmento, recordemos que Nietzsche concibe la vida como una dialéctica, un fluir y dinamismo continuo entre lo apolíneo y lo dionisiaco[1]. Si nuestro afán de lograr el sosiego nos lleva a elevar el elemento apolíneo, racionalidad y orden, por encima de lo dionisiaco asfixiando este último hasta casi su negación, estamos destruyendo los dos principios que conforman la vida, mediante ese dinamismo dialéctico que nos permite responder adecuadamente a los asuntos existenciales. Sabemos que, si algo esta constituido por una díada y negamos uno de los factores, ese algo se paraliza, se muere en su carácter auténtico y originario. Así la auténtica vida es el resultado de una adecuada adopción de ambos elementos, nunca de la negación de ninguno de ellos. Aunque hay que decir que, quizás por menosprecio de este, a lo largo del pensamiento nietzscheano el papel crucial de los dionisiaco se enfatiza como lo más genuino del vivir, y como la expresión manifiesta de que no hemos negado lo que nos permite una existencia apasionada, plena de placer y sufrimiento.
En consecuencia, ni epicureísmo ni estoicismo, sino lo que, con más o menos acierto pero adecuado para nuestro propósito, lo que Nietzsche sostiene es un vitalismo, una voluntad de poder vivir, sin huida y aceptando la vida, tal y como esta va mostrándose.
[1] Apolíneo hace referencia al dios griego Apolo, símbolo de la luz y la razón. Lo dionisiaco alude al dios Dionisio, símbolo del placer intenso, los impulsos, las pasiones. Según Nietzsche fue Sócrates quien negó el elemento dionisiaco de la vida en favor del apolíneo, con lo cual negó la vida misma en toda su plenitud. Aquí es donde se inicia la decadencia de la cultura occidental como una cultura enferma. Para profundizar en estos aspectos pude recurrirse a “El nacimiento de la tragedia” y posteriormente “La genealogía de la moral”, de los cuales existen una diversidad de ediciones en español.
Faudra que je cherche la photo du très grand tableau (en format) que j’ai fait de Zarathoustra dans les années 70 et pour lequel je n’ai fait que conforter mon attachement sans changer ma position de mécréant….
Alain
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Por eso mismo Nietzsche aceptaba la vida en su totalidad; y por eso mismo decía que no había otro camino, ya que el universo era un todo. De manera que condenar una parte implicaría la condena de la totalidad; pero a su vez ello implicaría la condena de la propia condena. De manera que el universo quedaría redimido.
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