LA DEBACLE DE LA SANIDAD PÚBLICA EN CATALUNYA. ¿QUIÉN SE OCUPA DE LO URGENTE E IMPORTANTE?

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Este escrito-denuncia se centra en la comunidad autónoma en la que resido, ya que, al depender su gestión, financiación y política sanitaria de cada una de ellas, no puedo hacer, esta crítica y demanda de atención política, extensiva a otras comunidades en las que desconozco cómo funciona.

El primer esfuerzo que debo hacer es tomar una ficticia distancia de las contingencias que nos azotan a los usuarios, para intentar ahondar en lo relevante y, posiblemente, el auténtico motivo del abandono sanitario que padecemos.

Desde hace años los profesionales de la sanidad venían denunciando la privatización que se estaba subrepticiamente realizando de la sanidad pública. En aquellos momentos, los usuarios no percibíamos y padecíamos esa supuesta privatización. El mensaje que recibíamos continuamente es que las largas listas de espera, para la atención de los especialistas médicos y, exageradamente, para cualquier intervención quirúrgica se debía a la saturación de la demanda: una sanidad universal tiene sus límites. Cierto es que paralelamente se exigían más recursos para la sanidad, porque era obvio que una alta demanda puede subsanarse con más recursos humanos y de infraestructuras. Son famosos los cortes que durante meses se hizo por parte de sindicatos de los profesionales sanitarios de la gran vía; una forma de protesta continuada y persistente que, por no tener el seguimiento determinante de la población, se fue diluyendo. Aquí los medios de comunicación jugaron un papel decisivo: una ciudadanía desinformada y unos sindicatos minoritarios que no disponían de los medios para informar masivamente a la población, viéndose ninguneados por los medios en manos de los gobiernos de turno, se vieron aplastados. Estoy hablando de unos quince/veinte años previos a la pandemia del covid19.

Aquellos años se anticipaba lo que estamos recogiendo ahora: una desatención sanitaria que no es digna de un estado del bienestar que reconoce los derechos sociales en su constitución.  La gran ocasión fue la pandemia. La fragilidad del sistema se puso en evidencia cuando nos vimos saqueados por ese virus contra el que ha costado mucho luchar a nivel planetario. Obviamente, aquella avalancha era difícil que cualquier sistema sanitario pudiera absorberla, pero también es cierto que, si ese sistema se hallaba en proceso de minimización la repercusión del covid19 fue un aldabonazo. Golpe que sufrimos tanto los usuarios como los sanitarios que creo que acabaron, en un porcentaje importante, como mínimo con el síndrome de burnout. Un número significativo de ellos han abandonado la sanidad pública, por lo que un gobierno que quiera rendir cuentas, porque es democrático, debería explicar el auténtico motivo  por el que faltan en estos momentos médicos y enfermeras. La única razón no es que durante años se ha negado el acceso a la facultad de medicina a muchos por falta de planificación -que algo de eso debe haber- sino que muchos se van al extranjero porque las condiciones de trabajo son mucho mejores -y no es solo el sueldo-.

Las medidas de protección del covid19 obligaron en un primer momento a evitar demasiada concurrencia en los centros sanitarios -que es lo que ahora analizamos- y se abrió camino el mundo de la atención sanitaria virtual. La experiencia de la implementación de este sistema -por falta nuevamente de infraestructuras adecuadas- ha sido un auténtico desastre. Errores administrativos que mezclan datos de pacientes. No atienden al teléfono porque la forma de comunicación es una plataforma denominada “La meva Salut” que en muchas ocasiones está fuera de servicio. Enfrentamiento con los administrativos de los centros de atención primaria si te personas allí -desesperado y desatendido- porque no es el protocolo de atención, aunque el protocolo no funcione y consista en que dejes un mensaje para el doctor/a de familia contacte contigo. La respuesta tardía consiste en que, con suerte te telefonea al cabo de una semana y algo. Si la aplicación funciona pueden darte hora para dentro de un mes y medio. Obviamente, el sistema se cae por su propio peso: quien acude al médico de familia necesita una atención rápida que pueda diagnosticar la patología, valorar su gravedad y su urgencia; o tratar un fuerte resfriado que puede convertirse en una patología más grave, por ejemplo. En su caso, derivar al especialista que para eso existen y se consideró que la complejidad de patologías posibles existente exigía esa especialización, que un médico de familia no puede conocer a fondo.

Y aquí empieza otra odisea para el enfermo. Si la patología no es muy grave, te dan un tratamiento y te devuelven al lugar de origen: el médico de familia, el cual asegura no poder recetar determinadas medicaciones porque debe ser el especialista, y este a su vez -vuelves con cara de tonto o de energúmeno- te dice que no, que no se sabe el protocolo el Centro de atención primaria y que vuelva. El paciente -y nunca mejor el uso de este término- de dado a dado y tiro porque me ha tocado, se encuentra en medio de disputas internas entre unos y otros, cuyo resultado es que nadie le atiende. Cierto es que los médicos especialistas si no son casos graves te derivan para seguimiento al médico de familia. La cuestión es: un neurólogo, un neumólogo, un reumatólogo, etc.… ¿Sólo atienden ahora a los enfermos que casi no tienen remedio? ¿Dónde queda la idea de detectar precozmente las enfermedades para evitar su empeoramiento? ¿Dónde queda la medicina, ya no preventiva, porque la patología ya está, sino la que cura, y cuanto antes mejor, porque llegados a un determinado punto ya no hay cura?

Para rematar el asunto, la pregunta recurrente de los médicos de familia es ¿tú no tienes mutua privada? Y piensas ¿me está diciendo que me vaya a la mutua -que puede tener el paciente o en su mayoría no- y los deje en paz?

Indecente, impresentable. Mientras el gobierno de la Generalitat prioriza sus conflictos con el estado español, o entre los mismos independentistas, la cuestión del referéndum por la independencia, y pretenden hacernos creer que todos los males de Catalunya se deben al Estado español, la Sanidad entre ellos. El ciudadano, que se detiene a analizar la situación, no puede más que indignarse al ver cómo le tratan como un lerdo, aunque parece que sigue habiendo la mitad de la población que se cree el discurso de una burguesía catalana -porque no nos engañemos, sabemos de dónde procede el independentismo y quienes lo amparan con los ojos cerrados-. ¿Hay problemas que se afrontarían con mejores acuerdos con el estado español? No hay duda. Renfe en Catalunya, por poner un ejemplo, está casi en la edad de piedra por lo que se refiere a los trenes de cercanías.

Sin embargo, como cada gobierno debe asumir sus responsabilidades, cabe exigir al gobierno de la Generalitat que actúe con urgencia para paliar el declive de la atención sanitaria que deja a las personas desatendidas ya que en salud los tiempos son importantes. Tenemos los médicos mejor preparados en comparación con la mayoría de países, porque tienen un periodo de formación bueno y muy largo; yendo todo al ritmo previsto se están formando diez años, los cuatro último como médicos residentes que además de estar en primera línea con médicos expertos, siguen recibiendo formación teórica. ¿Tenemos después que maltratarlos laboralmente para que huyan absolutamente decepcionados o que caigan en la desidia y en desánimo ante directrices e imperativo que a menudo se basan en criterios políticos y no médicos? Las enfermeras más de lo mismo. ¿Se gasta el gobierno dinero en formar a sanitarios que después menosprecia e intenta someter a imposiciones, incluso contrarias al criterio médico?

No desearía ignorar ni el sufrimiento que el sistema burocrático irracional -aunque parezca una contradicción- está produciendo en los sanitarios, ni por supuesto los que lo viven en su salud, los pacientes que se sienten desatendidos, angustiados porque no reciben respuesta y tener que batallar para conseguir ser atendidos por unos profesionales que están quemados y que intentan sobrevivir derivando pacientes de un sitio a otro.

Sirva este escrito para remover conciencias, para que nos planteemos la posibilidad de llenar las calles de las ciudades por una causa en la que nos va la vida; tanto usuarios como profesionales. Que seamos más de dos millones que salgamos a reclamar un derecho universal reconocido por la constitución, que están pisoteando cada día ante nuestro silencio público, nuestro individualismo y nuestra falta de conciencia política de que la legitimidad del gobierno depende de nuestro reconocimiento y de que este lo han perdido en relación con la gestión de la Sanidad, y otros temas que no vienen al caso. Que el gobierno no olvide que, para hablar catalán, necesitamos estar vivos.

Finalizo con el vídeo del médico Jesús Candel que inició una campaña de protesta por la situación de la Sanidad en Andalucía, fue despedido, y el pasado trece de octubre murió tras una larga saga de vídeos sobre su cáncer en los que animaba a otros enfermos y a la ciudadanía a apoyar la investigación oncológica. Pero sobre todo, esto es un homenaje a un médico que dijo: ¡Basta! y empezó a denunciar por las redes cómo los recortes se estaban cargando la Sanidad Pública. Gracias Spiriman, como se hacía jocosamente llamar, por tu coraje y tu ejemplo.

Plural: 3 comentarios en “LA DEBACLE DE LA SANIDAD PÚBLICA EN CATALUNYA. ¿QUIÉN SE OCUPA DE LO URGENTE E IMPORTANTE?”

  1. Llevamos varias décadas donde en la mayoría de comunidades autónomas la sanidad y educación públicas está siendo gestionada por aquellos que son o sirven a las grandes empresas donde el beneficio económico está por encima de todo. Un abrazo!

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  2. Cette décadence est commune à la France. Les médecins généralistes ne s’établissent que dans les grandes villes, leurs femmes ne voulant plus vivre que là. Quand aux spécialistes mieux vaut ne pas en avoir besoin.Se faire soigner devient impossible.
    Je t’embrasse Ana, porte-toi bien….

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