CONVERSACIONES con CIORAN.

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En los momentos en los que sentimos una incomodidad interior, acudir a Cioran es uno de los gestos más lúcidos. Es bastante posible que entre tus páginas hallemos aquella frase, aquel fragmento capaz de provocar un alivio. Un bálsamo que nos alivia por identificación.

(…) Lo que ha aumentado es el tedio, ese tedio sin fondo. Mi madre (…) me dijo una vez algo que nunca olvidaré: “Si hubiera podido prever tus sufrimientos interiores, no te habría traído al mundo”. Y eso me sentó muy bien (…). Eso confirmaba mi idea de que soy fruto de un azar, de que no soy nada (…)[1]

El fragmento anterior puede parecer a simple vista cualquier cosa menos un bálsamo. Sin embargo, entiendo que el desasosiego existencial del que somos pasto, a menudo, se reduce a una liviandad gestionable que proviene de la confirmación de que somos individuos existentes por azar. No somos necesarios, y esta carencia es nuestro mayor alivio porque el mundo y el resto de los humanos podrían ser sin que nosotros hubiésemos aparecido y, entonces, esto significa que la repercusión de nuestras acciones es insignificante. Cioran afirma que la revelación de su madre le permitió confirmar que “no era nada”, y “nada” no es, y no siendo, no es ni acontecimiento, ni suceso, ni algo que altere el presente y el devenir. De esta forma, quedamos despojados de la angustia de la responsabilidad sobre el destino del humano, que puede ser causa en parte de los sufrimientos interiores a los que se refiere Elvira Cioran -la madre-.

El pensador franco-rumano, durante la conversación con Fritz J. Raddatz, había puntualizado

“El malentendido entre nosotros se debe a que usted cree en el porvenir, en una solución, en lo posible de forma general, mientras yo no sé precisamente sino una cosa: que todos nosotros estamos aquí para hacernos sufrir unos a otros con falsas ilusiones sin fin. (…) Si tuviera la posibilidad de destruir el mundo, lo haría”[2]

Es decir, que considerando el sufrimiento que padecemos y nos infringimos los unos a lo otros, saber que estamos aquí azarosamente y que, en consecuencia, nada hubiera cambiado de no haberse producido nuestra existencia, nos exime de responsabilidad. Lo cual no implica eliminar todo sufrimiento, ya que como el mismo Cioran admite padecer la misma piedad enfermiza hacia sus congéneres en la cotidianidad que otros humanos.

Por este motivo, admite escribir como forma de cura propia; píldoras que alivian el dolor. Reconoce que el hecho de publicar le hizo temer que sus textos pudieran dañar a otros, sin embargo, cree que eso no ha sido así, ya que muchos de los que le han escrito le han agradecido sentirse aliviados -ante la objeción de su interlocutor que advierte que los que se suicidaron no han podido decirle nada-. No obstante, Cioran declara que su dios ha sido saber que podía matarse en cualquier momento, es decir, su apoyo, su punto de anclaje. El suicidio es la idea que le permite seguir viviendo, declara. Sobre esto, es cierto que podría profundizarse mucho más y discernir hasta qué punto esa idea no fue para él un cierto destino que no tuvo el coraje de asumir, en coherencia con sus hipótesis sobre la humanidad. Como él mismo afirma:

“Mi tesis fundamental es la impotencia del hombre”[3]

Así, para reafirmar la hipótesis de que en los momentos de desasosiego es un buen recurso acudir a Cioran, constatamos que los conflictos existenciales sobre el sentido, la angustia, quedan formulados de manera contundente -en el sentido de convicción fuerte- por el filósofo, en las palabras del cual nos podemos sentir reflejados porque, partiendo de la propia experiencia, es capaz de atinar lúcida, irónica y agudamente con las causas de desasosiego propias de la condición impotente del humano.

Apercibirnos de que las inquietudes que nos acechan no son delirios propios, sino incapacidades del humano, nos alivia. Después, cada uno verá cómo sostiene este consuelo para no decaer continuamente.


[1] Cioran, E.M “CONVERSACIONES. Conversación con Fritz J. Raddatz. 1986. Editorial Tusquets 2010, pp. 141.

[2] Ibid. Pg. 138

[3] Ibid. pg. 127

Plural: 5 comentarios en “CONVERSACIONES con CIORAN.”

    1. Pues es a mi juicio uno delos grandes del S. XX. Está considerado un pesimista, a mí siempre me ha parecido realista. Es duro, no obstante, si quieres empezar por algo, aunque es parecido a Nietzsche pq no tiene un corpus teórico expuesto de forma clásica en ninguna obra, te sugeriría Breviario de podredumbre… Gracias!

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    1. Lo sde Cioran los tengo todos a mano..jajaja. A veces el problema es que como los artículos tienen carácter divulgativo, según qué citas de un autor al lector le lleva a hacerse una idea equívoca del filósofo. Por eso, ante la imposibilidad de explicar el pensamiento del filósofo para que se entienda un texto provocativo, o aparenteente extremo o inclusive ególatra, pues evito hacer esas citas. GRacias!!!!¡Cuidado al cruzar la noche, algunos no salen!!!!

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