¿Qué hace un individuo como yo en un mundo como este?

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Cualquier individuo podría preguntarse ¿qué hago yo en un mundo como este? Claro que la respuesta está condicionada por el lugar que ocupa el susodicho en el orden social, político y económico. Mas, haciendo un esfuerzo de abstracción podemos tomar como referencia un individuo X que se conciencia súbitamente del mundo en el que se haya inmerso, minimizando su lugar en él -algo similar, pero menos costoso que el velo de ignorancia de Rawls-. Es decir, lo problemático es si quiero yo, como individuo humano, estar en un mundo como el de hoy, con avances notables en muchos aspectos, pero con un índice de pobreza, hambruna, conflictos bélicos, tensiones geopolíticas y una brecha cada vez más ostensible entre una minoría que acumula la mayor parte de la riqueza frente a una mayoría cada vez más pobre y sometida al capricho de los que tienen el poder.

Una de las primeras ideas que deberíamos tener en cuenta es que se ha ido diluyendo del imaginario colectivo la idea de un contrato social entre el Estado y los individuos, por el cual el primero, que concentra el poder, garantiza una serie de derechos a todos buscando siempre el bien común. Por el contrario, el individualismo egoísta tiende a valorar qué hace el Estado por mí, y si me compensa seguir las reglas del juego. El bien común ha sido relegado, quizás porque la experiencia nos ha mostrado que pocas veces el mismo Estado obra en favor de éste, y en consecuencia, ¿qué sentido tiene que los individuos nos veamos obligados a nada?

Ante esta perspectiva desalentadora, aún puede movernos una voluntad de construir una sociedad alternativa desde abajo, desde la vida que palpita en los cuerpos de cada uno. La alternativa consiste en crear redes de relaciones, vínculos que nos obligan ética y políticamente a unos respecto de otros, a mí con relación al otro, y que esa red vaya extendiéndose y consigamos ir transmutando las relaciones y normas sociales de abajo a arriba -como dijera Zambrano-. Esta voluntad y deseo de tejer y entretejer lazos entre humanos que nos lleven a poder, en nombre propio y de los otros, a referirnos a un NosOtros sería la propuesta que desde diferentes perspectivas aborda Ricardo Espinoza Lolas es interesante y tal vez esperanzadora.

Sin embargo, como bien sabemos la esperanza es el consuelo de los débiles -según apuntaba Nietzsche- y actuar -porque no hay otra forma de vivir y hacer Filosofía- en vistas a una idea que opera como horizonte de emancipación de los humanos de un neocapitalismo global que anula la creatividad y originalidad de individuos o grupúsculos no deja de ser una utopía, como tal llamada al fracaso. Que la mencionada utopía esté encarnada en la vida, no la hace menos irrealizable que si fuese una abstracción trascendente. Podemos nutrirnos de la realidad encarnada en los cuerpos y estar caminando por una amplia esplanada y, sin embargo, no hallar la manera de traspasar la primera línea de la red, que es el vínculo más primario. Con lo cual, no hay horizonte más lejano que aquel hacia el que nunca se avanza.

Con un gesto realista, que no pesimista, lo más deseable es lo más quimérico, y por mucho empeño, deseo y pasión que pongamos las capas que separan nuestras acciones de la transformación son demasiado espesas y robustas.

Plural: 3 comentarios en “¿Qué hace un individuo como yo en un mundo como este?”

  1. Me he planteado esa idea durante mucho tiempo, por qué el mundo es como es, por qué así y no de otra manera… y me hago muchas ideas de cómo podría cambiarse… pero al final, como vos lo decís, no son más que utopías, al final son las fuerzas económicas, políticas y tecnológicas las que determinan el rumbo del mundo, y no las buenas intenciones que hay en nuestras mentes. Pero también pienso en que no hay dejarse llevar por el pesimismo, aunque lo que uno haga desde su posición no afecte en casi nada en la realidad social, siempre hay que aportar lo que uno pueda para los pequeños cambios, que aunque no se noten marcan diferencias e influyen en el entorno inmediato. Actualmente estoy leyendo El apoyo mutuo de Kropotkin, buenísimo libro que me ha hecho pensar en la importancia de las relaciones de solidaridad para el desarrollo y supervivencia de las especies, incluyendo la humana, pero que el actual sistema capitalista nos hace olvidar. Ese tipo de libros, pienso que aportan mucho para ayudarnos a plantear acciones concretas que podemos poner en práctica para desarrollar esos pequeños cambios que contribuyan a un mejor futuro, a una manera de interrelacionarnos más sana y menos perjudicial.

    Saludos, te leo desde El Salvador.

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