Los estados con mayor potencial bélico han visto aumentar su poder de destrucción, dicen que, de manera casi quirúrgica, gracias al desarrollo tecnológico en el que destaca la denominada inteligencia artificial. Este poderío ha contribuido a crear esta situación de guerra “caliente” a nivel mundial. Es como si la amenaza de que algún desnortado mandatario lance su armamento contra otro estuviese presente continuamente de manera incisiva. El diálogo, entre estos estados, por denominarlo de alguna manera, tiene lugar bajo la amenaza de que el otro se sienta dañado y reaccione de manera brutal. De hecho, es como un video juego en el que todos tienen presente el potencial del otro, aunque no por eso están dispuestos a ceder ni un ápice en detrimento de sus intereses. Esta circunstancia convierte el ambiente bélico mundial en el calentamiento más preocupante.
Esta situación refrenda la idea de que, a mayor poder de llevar a cabo una acción, más peligrosos nos volvemos los humanos. En lugar de aprovechar la potencia de realizar nuevas acciones para contribuir a la mejora de la vida de todos, nos convertimos en nuestro mayor enemigo.
Si lo pensamos con detenimiento, lo expuesto evidencia que somos una especie plagada de individuos arrogantes, vanidosos y que se creen dioses y desean serlo. Así, el desarrollo científico tecnológico empieza a ser -quizás desde la creación de la bomba atómica-, si ponemos en la balanza los pros y los contras, un problema más que un instrumento de búsqueda de soluciones. Somos como niños a los que no podemos dejar jugar con una caja de cerillas, porque sabemos que desencadenarán una tragedia.
Tenemos un poder inmenso para hacer, sin la responsabilidad que exige tamaño poder. Ya Rousseau afirmó que el desarrollo científico no implicaba el progreso moral y tras su aseveración cuanto ha ido sucediendo en las sociedades occidentales, y hoy a nivel global, nos muestra que es mayor la destrucción que la construcción que se deriva de nuestro poder. En este sentido, cada avance científico-tecnológico debe estar sometido a un código deontológico de uso que, dada nuestra condición, sería deseable que tuviese su correspondencia jurídica. Sabiendo que las leyes no son una garantía absoluta, sí tienen un poder coercitivo del que carece la ética.
Sin esta conexión consensuada entre ética y derecho en el ámbito de las prácticas derivadas del desarrollo científico-tecnológico, somos una especie que amenaza de extinción todo el planeta. Y esto, porque no hemos llegado, ni creo que lleguemos en el sentido kantiano, a la mayoría de edad, sobre todo cuando ser individuos que usen su capacidad de razonar en pro del bien común, si poseemos un gran poder, no está nunca entre nuestras prioridades.
En conclusión, a veces creo que frenar el desarrollo de la ciencia y de la tecnología, constatando nuestra minoría de edad, sería un bien mayor para todos, sobre todo porque moriríamos por causas naturales y no por la desenfrenada actuación de unos contra otros.

Au tout début la guerre domina toute forme de discussion et installa son tiret entre deux paix. C’est toujours pareil o, commence par s’en inquiéter tout en disant qu’on ne voit pas comment arrêter la peur autrement qu’en la déclarant…
Macron brûle d’envie d’y goûter…
Me gustaLe gusta a 1 persona
Cada Estado, en un momento u otro, pone su granito de arena para que todo vaya a peor….
Me gustaMe gusta
Unité universelle.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Ojalá!!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Ma foi, jouer lenombre de cocus !!!!!!!!!!!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
La paz es el peor de los negocios…eso es economía básica compañera…¿Qué son unas cuántas centenas de bajas colaterales improductivas versus hartas ganancias de los fabricantes de tan eficaces armas? Por eso los filósofos terminan picando piedra en el reino de los tiranos….besos al vacío desde el vacío
Me gustaLe gusta a 1 persona
Para pensar… No llegar y opinar.
Me deja un vacío tremendo el pensar en el poder bélico de la humanidad.
Me gustaLe gusta a 1 persona