Nada me deja un regusto más agrio y amargo que el hecho de escuchar e intentar metabolizar las burdas palabras de esos individuos que, congregados en el supuesto parlamento del pueblo, se descentran de lo que es apremiante, vitalmente acuciante para los ciudadanos, y malbaratan el tiempo, que les hemos cedido remunerándolos, discutiendo sobre quién
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La dicotomía entre la normalidad y la anomalía está elaborada en base a un patrón, al que se avienen mediante la socialización los individuos, orientado a minimizar el grito, la queja de sectores desajustados al modelo, y que este expele marginando todo grupúsculo que pueda desestabilizar el sistema. Lo paradójico consiste en que analizando los
Nos hallamos existiendo al adquirir autoconciencia. Es, entonces, cuando la existencia se vuelve problemática, tanto porque captamos el imperativo de adaptarnos para sobrevivir –a causa de impulsos ancestrales- como porque necesitamos dotarla de sentido, para que ese instinto de supervivencia no se diluya. Pero ¿es lícito presuponer y exigir la autoconservacion a quien no reclamó
La política democrática ya no se ocupa del interés general, sino de la lucha por el poder. El denominado bien común no es más que el temario común sobre el que glosan las campañas electorales orientadas a conseguir ese poder. No se trata por tanto de proponer proyectos posibles, sino que convenzan a los ciudadanos.
Considerando que la ética no parece tener cabida en el juego político, se ha intentado perfilar con más precisión de qué se ocupa estrictamente la ética y de qué la política. Con este objetivo sea llegado a establecer que la ética es la reflexión sobre las decisiones y la política sobre las acciones. Personalmente discrepo,