Existe una idea recurrente a lo largo de la historia de la filosofía, que en tiempos duros como estos no puedo evitar recuperar. Desde los griegos, parece que algunos filósofos han coincidido en distinguir dos tipos de hombres: los que han visto por su habilidad más elevada que la mayoría, hombres sabios, despiertos, más desarrollados,
Únicamente piensan profundamente quienes no tienen la desgracia de estar aquejados de sentido del ridículo, decía Cioran; Así, hay muchos que solo mariposean con palabras porque esa frivolidad les permite tolerarse a sí mismos.
La estulticia, esa terca necedad, nos precipita a ser imprudentes y presuntuosos.
La naturaleza determina nuestras capacidades. El umbral de estas posee una elasticidad proporcional al esfuerzo con el que las ejercitamos. Al igual que el cuerpo debe entrenarse largo y duro para superarse, la mente no está exenta de este ahínco para crecer. Quien crea que es posible el desarrollo sin sacrificio, no excederá nunca el
Entretejiendo tupidos tamices emulamos la consistencia.
Quien se pavonea de sus aptitudes, degrada sus carentes actitudes
Deslizarse desde una suprema altura sin resistencia, abrazando el instante y absorbiendo con el cuerpo el aire que libera. Al límite, entre el hilo sedoso que une ser o no ser, a punto de disipar el dilema hamletiano. O tal vez mostrando su ausencia ya que, finalmente, ser es no ser la condición necesaria, la
La tradición cristiana, ahora también laica, de utilizar a los Reyes Magos de Oriente, que se dice acudieron a adorar y portar regalos a Jesús, como figuras todopoderosas que conceden deseos en relación a la bondad o maldad de los niños, tiene una función simbólica generadora de esperanza y aspiración moral. Años atrás solía
La esperanza no puede ser dinamitada ante la mirada cristalina de un infante. La resistencia de su genuino candor renace con más fortaleza tras cada tropezón. La vida se proyecta entusiasta con poderío hacía el futuro, que se antoja opuesto al presente. No se debe reventar la confianza de un niño. De adultos, cuando se
Desertando de la vida hallaron una existencia plana. Ahora podían renunciar a la existencia. Después, creían que no serían necesarias más fugas. Amén.