La impotencia no es la cualidad de los débiles sino la misma condición humana. Quien no delinea los límites de su poder no asume, tampoco, el horizonte de su posibilidad de decidir y hacer. Es, algo así, como si observáramos el hilo que, casi invisible a la vista, nos permite constatar los dos aspectos de
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Decir como Artaud que el impoder no es impotencia es casi un oxímoron, porque de ahí deriva que es potencia en un sentido algo aristotélico de desarrollo de la vida para que cada uno sea lo que debe ser. Pero si no hay decisión respecto de elegir el impoder, porque de alguna manera se impone
Ayer se inició en Barcelona un ciclo de cuatro conferencias sobre la polifacética, indefinida o insatisfecha diría yo, figura del artista Artaud, de la mano de Santiago López-Petit. Estando aún en los inicios y tras la lectura de “Artaud: La enajenación y la locura” de J.Durozoi, empiezo a intuir que el multifacético francés actualizó –como
