Un paréntesis que no significa una parada; no poseemos ese poder de parar el tiempo, respirar y proseguir. Es una irrupción en la rutina, aunque en mi vida haya poca. Un cambio de escenario que estimula fantasías, posibilidades imposibles y que después se reduce a trasladar los hábitos, algo modificados, durante un breve lapso a
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Una balada de otoño es un canto rebosando de melancolía, que despliega notas de nostalgia y pena. Todos poseemos nuestra propia balada; algunos no la sienten, sumergidos en el ruido de su propia angustia; otros se dejan arrostrar por esa melodía desesperada. También los hay que se han reconciliado con su historia y se relajan
Una sociedad cuya economía de mercado se basa en la producción y el consumo se organiza alrededor de los individuos productores o consumidores. En su primera cualidad para explotarlos o que ellos se exploten a sí mismos, habiéndolos aleccionado de que no hay otras alternativas; en la segunda cualidad, como consumidor, para que necesite lo
Mientras el tiempo nos consume, restamos ignaros del desgaste que nos va disipando; hasta que súbitamente el espejo interior refleja un alma lacia cuyo devenir es la nada. Esto es la inconsciencia.
Sentirse progresivamente instalado en la vejez debe ser -digo debe porque solo hablo, de momento, por observación- la etapa más difícil de asimilar y reconocerse a uno mismo como tal. Recuerdo que mi madre, que murió con ochenta y dos años, se quejaba a menudo de verse obligada a estar en un lugar donde todo
El otoño es un acervo del tiempo que, blanquecino o no, se instala irremisiblemente en nuestro cuerpo. Con el viento desapacible que trae consigo, nos otorga a su vez una mirada ocre y realista del recorrido vital. Quizás, nos tiritan las palabras pero no de miedo, sino de la convicción de que no hay certezas,
Te resguardas con más asiduidad en tu lecho, tu aliado y confidente. Él no guarda reproches oxidados, antes bien, es compasivo y ensalza la injusticia con la que te trató la vida. Fuera de él, el espejo de tu propia indiferencia y tu frialdad que ahora son las manos que te cuidan. Pero, a diferencia
La vejez es esa etapa en la que ya no hay reconocimiento posible de uno mismo, porque lo relevante es tan nimio que tan solo espera no haberse desvaído llegado el último hálito de la consciencia.





