Curación por la palabra

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Deshabitamos las zonas perniciosas con formalismos a los que nos hemos sometido, y cada gesto o requiebro espontáneo se vuelve amenazante si no poseemos la flexibilidad y el sentido del humor de integrar lo subversivo. Porque donde lo formal se impone como encuadre infranqueable de la vida, deja de haber vida, lo formal se hace oquedad y perdemos toda posibilidad de que haya espacio terapéutico donde un sujeto ayude a otro.

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