Los formalismos encubren el alma de una cordialidad educada, pero que como impostación social impide discernir la veracidad que guarda. Así, todo formalismo o encuadre preestablecido que oriente las relaciones humanes las enturbia de una nebulosa de ambivalencia que difícilmente permite vislumbrar hasta donde llegar el decoro y hasta donde la veracidad de lo manifestado. Ninguna relación de este tipo puede generar un vínculo y por tanto un contexto reparador. El psicoanálisis peca de esta enturbiada ambigüedad por el afán de proteger emocionalmente al terapeuta.

y…¿quien protege al paciente de los sentimientos que se crean cuando desnudas tu alma?
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Nadie, por eso tal vez la autoprotección del terapeuta deja algo desangelado al paciente
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