Mantener la celebración de la Navidad fusionada con el calendario civil, en una sociedad absolutamente laica, es un engaño no sé orientado a quién y un intento de imponer una celebración hueca para millones de personas que no se sienten ya creyentes, desde su libertad. ¿Tenemos que seguir sosteniendo la pantomima? Porque luego llega la semana santa y esa sí que no la celebra ni Dios, y valga la expresión aunque parezca cinismo.