Añoramos aquello que recordamos como idílico, aunque nunca nada se diese así. Y es, tal vez, una trampa mental urgida con destreza inconsciente, para sostener una esperanza que, siendo falsa, funcione como aliciente vital. Así se despliega el entramado de una mente que siente la exigencia de permanecer, en un mundo caduco.
Añoranza
Publicado por Ana de Lacalle
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