por Extenúa el continuo ejercicio del pensamiento aunque aprehendamos lo real como objeto, porque el ciclo viciado de repensar sobre lo mismo, no lo modifica. Podemos hacer un llamamiento a colectivos que, no son más que ínfimas piedrecitas, en el acelerado desarrollo y dominio de una estructura mundial injusta desde sus raíces, pero inexorable porque está dirigida, con más o menos discreción, por la élites que tienen el poder económico, y en consecuencia han ninguneado a los Estados utilizándolos como instrumentos de imposición de una única forma de vida que es el capitalismo. Aunque con habilidad lo han ubicado en un neoliberalismo democrático que intenta hacernos creer que vivimos en una sociedad libre con derechos. Y, nuestro único derecho se limita a ser compensado bajo la estricta obediencia a unas supuestas leyes que los Estados manejan a su antojo, o al de las élites económicas.
Oponerse a Goliat, siendo además un David masificado y menoscabado es su inteligencia, es jugarse la vida en base a la nada. Nadie desea, de corazón, que su hijo se enfrente al sistema desde grupos radicales. Antes bien, aspiramos a que sean capaces de integrarse y ubicarse con un mínimo de dignidad. Y esto, porque seriamente no puede sostenerse la viabilidad de cambiar un sistema que nos ha deglutido a todos, incluso a la aparente diversidad cultural, sexual que contiene. Lo que le interesa a este gran montaje político-económico es precisamente la atomización de los reclamos y las reivindicaciones, el corporativismo que nunca se aproxima a lo nuclear.
Así, no vale la pena dar la vida más que por los que habitan a nuestro lado, en nuestra escalera, en nuestro barrio, para paliar situaciones de sufrimiento insostenibles. No nos resta otro margen de acción viable. Asumámoslo.
FILOSOFIA DEL RECONOCIMIENTO 