Conforme la concepción del tiempo se dilata la intensidad de las vivencias desgarradoras son las que lo habitan, y la causa de esa percepción interior de lo temporal. Por el contrario experiencias gratificantes y vivificadoras provocan una contracción fugaz de cuanto sentimos, mudándolo en un efímero ensueño que se nos antoja, por breve, imaginado o fantaseado.
De aquí, que el tiempo no sea más que el espejo del placer o el dolor internos.