Desconozco si soy normal. La locución latina utilizada por Hobbes Homo homini lupus, la entiendo, en la actualidad, no solo en los términos en que lo hizo el autor del “Leviatan” que la concibió como una guerra de todos contra todos, por lo que solo daría a su fin con un Estado que concentrara todo el poder; al haber renunciado los individuos cediéndo toda su fuerza y poder, exigían al Estado que garantizara la seguridad y la paz. Decía que, no solo puede atribuírsele este sentido sino, también el de no sometimiento o dominio de unos hacia otros resultado del engaño. Alguien podría decir que eso ya no es Hobbes. Cierto, pero tampoco nuestra época es la suya y las estrategias de dominación no se ejercen por el sistema, principalmente, a través de la violencia y la coerción.
Hoy, ser un lobo para el otro implica engaño, mentira e impostura; y eso porque disponemos de medios para evitar un dominio a lo salvaje, y por tanto este solo puede ser ejercicio como sutil mecanismo de sometimiento inconsciente. Lo cual no significa que no somos lobos, sino que además actuamos como hienas.
Por eso me cuestiono mi normalidad, concebida como capacidad de someterme a la normatividad explícita o implícita que supone jugar a la dinámica de la seducción sofística del otro, a fin de conseguir los propios fines; esos que, paradójicamente, a menudo ni tan solo nos pertenecen sino que constituyen adecuaciones al sistema que nos hace asumirlos como elegidos por voluntad.
Y esa carencia de normalidad no se me plantea porque como todos no sucumba a menudo en las garras de la fiera, sino porque cuando me apercibo me produce insomnio, vergüenza, culpa y me siento una estafadora.
Me consuela creer que este malestar es síntoma de que conservo cierta genuina identidad.
por
FILOSOFIA DEL RECONOCIMIENTO 