El macabro mercadeo de las famacéuticas con la vacuna del covid19

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¿Qué nos queda tras un año de pandemia? Una incertidumbre constante acrecentada por la deficiente agilidad y distribución a nivel mundial de las diversas vacunas disponibles, y como consecuencia de lo anterior la aparición de variantes del virus que como tales no son inmunes a la vacuna, pero en algún caso más contagiosas y letales, y lo que es peor: la aparición de cepas que son claramente enemigos blindados ante las vacunas. En definitiva, un mercadeo inmoral de distribución de vacunas que se venden al mejor postor (por ejemplo, Israel) y al que otros no tienen acceso por impotencia económica (por ejemplo, muchos países de África y algunos de Latinoamérica, a los que las dosis llegan con cuenta gotas, o no llegan). Es decir, de entrada, una evidencia más que ni la pandemia nos hará cambiar ni como individuos, ni mucho menos se efectuarán esos cambios estructurales del sistema capitalista que algunos siguen augurando (por ejemplo, Slavoj Zizek, el Niño Becerra). Al contrario, parece que la industria farmacéutica (subvencionada en algunas de sus investigaciones por los Estados) están haciendo “su agosto”, tal vez deseosos anónimamente de que ciertamente se extiendan cepas que requieran de nuevas vacunas y de más mercadeo con el que lucrarse hasta no saber qué hacer con los excedentes económicos.  

Derivada de esta pandemia a la que no vemos el final, una situación económica de la mayoría de los sectores económicos que se traducen en paro, pobreza y hambre. Un derrumbe anímico de la sociedad que se hunde cada vez más en esta siniestra etapa que ignoramos el tiempo que durará, pero que sitúa a las generaciones que tienen a su cargo hijos, o ellos mismos, que mantener en la desesperación límite de cómo salir adelante. Los subsidios que aporta el estado no mitigan sustancialmente ni la situación de las empresas, ni la de las familias (claro está, cuando consiguen vencer a la burocracia pandémica que parece hallarse de vacaciones). No sabemos cómo están sobreviviendo muchas de estas familias y probablemente están acudiendo, en las situaciones más perentorias, a prácticas que pueden ser ilegales, pero no inmorales si de supervivencia hablamos.  Por su parte toda una generación de jóvenes que con más o menos cualificación ven el futuro más turbio de lo que ya lo percibían antes de la pandemia (lo cual no parecía, por entonces posible, pero es evidente que sí lo era). Estamos por lo tanto potenciando toda una generación de “ninis” sumida en la desesperación y el decaimiento, y no por no saber qué quieren hacer de su vida, si no porque la sociedad no les proporciona nada que puedan hacer con su vida. Esta situación es grave y parece que los responsables políticos que están muy entretenidos con menudencias no sean capaces de calibrar las consecuencias de esta generación sin esperanza, a la que después se exigirá, cuando algún día se supere la crisis, que sean productivos y alegres como si no les hubiese pasado un tren por encima. Además, no podemos menospreciar esa generación de infantes que están creciendo en un entorno de angustia e incertidumbre vital que irá apagando y cercenando su ingenuidad, sin poseer aún la capacidad de metabolizar determinadas situaciones. Las tensiones en el seno de la familia, en el colegio y en el entorno social en general están inoculándose en sus mentes y obviamente esto también traerá consecuencias.

Pero ¿Qué sigue siendo lo relevante en estos críticos momentos? Pues el mercado de oferta y demanda de vacunas, de PCR, antígenos y mascarillas, …este es ahora el criterio a partir del cual se toman las decisiones desde las instituciones internacionales y ni  la OMS se salva de la quema, que como mucho se limita a hacer alguna tímida declaración de intenciones sin consecuencia alguna para los que están especulando con la vida y el futuro de las personas. Porque está pandemia se ha convertido en eso, en mera especulación lucrativa para unos cuantos. Tal vez por eso se permite que multitud de personas se amontonen alrededor de un campo de fútbol, sin guardar las medidas de seguridad o se lleven a cabo algunos mítines en campaña electoral, en los que la gente estaba también apiñada. Hechos como estos provocarán que de aquí a quince días retrocedamos nuevamente en las restricciones y una, que es una mal pensada, empieza a sospechar que este vaivén de suelto y restrinjo es un baile que a alguien beneficia y no nos hemos enterado.

En fin, que, tras un año nos quedan intuyo dos más por delante, y que de esta situación los que sacan rédito son las grandes multinacionales que venden online, las farmacéuticas, y, …el hombre del saco que quizás sí existe, y no tiene nada que ver precisamente ni con el diablo ni con dios.

Por último deberíamos repensar, o a quien corresponda, los criterios de vacunación, más allá de lo políticamente correcto, porque estar vacunando a personas de más de noventa años, algunas con ciento y pico, y que haya niños o adultos que en otros países o en este no han tenido acceso a ninguna dosis, siendo personas con responsabilidades familiares y además de riesgo por razones diversas que se mantienen activos, trasladándose en un transporte público en el que gracias a las autoridades públicas correspondientes van como “sardinas en lata”,  me parece cinismo macabro y que exhibe las contradicciones repetitivas de las medidas sanitarias de prevención de contagios. Un despropósito en su conjunto, una mala gestión y un poder económico que sigue siendo el que marca el rumbo de las acciones políticas. ¡Qué vergüenza de mundo!

PD: Tal vez deberíamos manifestarnos masivamente por un reparto mundial de las vacunas, un esfuerzo en la producción y hacer de estos fármacos bienes públicos de acceso gratuito; por un reparto no clasista, ni racista imperialista decimonónico de las vacunas. Lanzo la idea, seguramente hay entidades o asociaciones que con más empuje que quien suscribe esto puede lanzar una campaña a la que nos podamos sumar muchos, manifestándonos con medidas de distancia y mascarillas. (no el espectáculo que se vio ayer por un partido de fútbol a las afueras del Camp Nou, sin que la policía interviniera para disuadir a los allí congregados por incumplir las medidas de seguridad y el toque de queda)

Plural: 11 comentarios en “El macabro mercadeo de las famacéuticas con la vacuna del covid19”

  1. A la desazón por estos meses convulsos se une, como bien denuncias, este repugnante mercadeo que no hace sino recrear ese brutal abismo entre unas personas y otras. Así y todo, no me parece superfluo que las personas más mayores tengan prioridades; lo que me resulta indigno es que la carencia de una planificación adecuada alargue artificialmente el problema sanitario en el que navegamos sin un puerto seguro al que arribar.

    Cordialidades.

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  2. Supongo que los laboratorios ni se hubieran molestado en hacer vacunas si no fuera con la idea de venderlas al mejor postor. Si se hubiera declarado públicas a las vacunas antes de que existieran, los Estados se habrían quedado solos en su desarrollo y producción, y los tiempos se habrían alargado muchísimo. Con las vacunas ya hechas, parece más fácil la idea de hacerlas públicas. La codicia de los laboratorios produjo vacunas más rápidamente que las buenas intenciones de políticos e intelectuales. Creo que es un verdadero desafío. Los intelectuales progresistas tenemos muchas ideas excelentes sobre cómo repartir lo que produjo el capitalismo, pero nos seguimos debiendo la creación de un sistema productivo alternativo.

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