Sobre «La resistencia íntima» de J.M.Esquirol -lectura del 2016-

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Desde la perspectiva de las filosofías fragmentarias, como aquí las hemos denominado, merece especial atención la Filosofía de la proximidad desarrollada por J.M.Esquirol.[1]

Según afirma, la resistencia íntima es una experiencia,  opuesta a la monocromía ubicua del mundo tecnificado, donde el gesto y la cotidianidad son los que sostienen al individuo en su particularidad e idiosincrasia. El cuidado de sí, junto a la vocación de pensar, transformarán la vida en ese dinamismo que es el dialogo interior en soledad y compañía. Porque la acogida del otro, ya presente en el gesto y la mirada, es una condición de posibilidad del sí mismo. En consecuencia la proximidad va a revelarse como la auténtica condición de lo humano, según Esquirol.

Fijémonos que hasta aquí, esta filosofía de la resistencia es a grandes trazos una filosofía del reconocimiento presentada desde otro ángulo: prioriza la resistencia íntima como oposición a la erosión que el ente sufre desde que es, estableciendo la cotidianidad  y el gesto como claves del reconocimiento de sí. Un reconocimiento que solo puede producirse en dialogo con la alteridad, en vistas a la proximidad que dará para Esquirol cuenta de lo humano. O dicho en otros términos, sólo el reconocimiento, que implica una recreación del yo continua en relación con la alteridad, es posible y hará posible la constitución de lo humano.

Ahora bien, Esquirol añade otro factor decisivo que culmina esta filosofía de la proximidad: la libertad. Su perspectiva es bien realista. La libertad está siempre condicionada, porque de hecho aquello que la condiciona, es lo que la hace posible. Es, en términos kantianos –aunque el prusiano está muy lejos de este concepto de libertad- hablando de la sensibilidad, las condiciones a priori que la limitan, dentro de las cuales hay percepción –espacio/tiempo- son a su vez las que la hacen posible. Este aspecto de lo que es nos cuesta a menudo de entender. No es otra cosa que reconocer que lo existente necesita límites en los que definirse, que aunque lo condicionen permiten su existencia. Así, Esquirol entiende que la libertad está sujeta a:

“Cuando queremos referirnos al ser humano nos parece pertinente emplear   las palabras condición humana, y es obvio que con esta denominación no pretende indicarse una restricción del ser humano, a pesar de que efectivamente contiene la idea de límites. (…) La verdad es que todas estas limitaciones son a su vez condiciones de posibilidad. (…( Esta es la aparente contradicción y de alguna manera la maravilla: aquello que es una resistencia, un límite, es a su vez la condición de posibilidad. La libertad humana debe entenderse desde esta situación: los límites propios de la condición humana, son la condición humana que nos abre el horizonte de lo posible” Ibid pg 99-100

El reconocimiento del yo, y la alteridad ansían, entre otros objetivos que se han ido desarrollando en el blog, promover una conciencia realista de lo que existente. El planteamiento de Esquirol sobre la libertad es complementario y ahonda en la línea de esta voluntad. Sin embargo, cuando hemos planteado el reconocimiento de sí mismo, desde la filosofía del reconocimiento,  la libertad ha funcionado como un supuesto metafísico sin el que no tenía sentido plantearse nada más. Si el humano no tuviera ningún margen de libertad ¿qué estamos estimulando? No hay sujeto libre, no tiene sentido estimular lo que nadie puede optar por hacer. Cabe decir que en la Filosofía de la resistencia también estaba presente la libertad como implícito metafísico; lo único que el autor ha querido clarificar es la naturaleza de esa libertad porque asumida ésta, estamos aceptando de facto la idea de resistencia y de su necesidad, trasladada al sujeto mismo. Por nuestra parte, nos pareció de más urgencia señalar la necesidad de la honestidad como la guinda necesaria, sin la que el proceso de reconocimiento puede revertir y convertirse en las palabras de un sofista-pregonero más:

“Pero una vez realizado de manera continuada este reconocimiento de sí y del otro, de los que se deriva una actitud de honestidad con lo que es, de reconocimiento crítico y realista, el sujeto puede y está capacitado para mirar y reconocer el mundo.”

Así, constatamos que el análisis detallado y con un lenguaje literario que realiza Esquirol es solidario con  la burda presentación que de momento hemos hecho aquí de esta incipiente forma de mirar la existencia.

Aunque aparentemente fragmentada, como estrategia de perforación del sistema, la filosofía culebrea por los recodos menospreciados e ignorados del pensar que aspira a ser único, casi por escaso.

Se me antoja este formulación de Esquirol como una relectura actualizada de los últimos textos de Foucault, en los que la libertad y la parresia están tan estrechamente vinculados que, obviamente, no hay ejercicio de la libertad sin condicionamientos, que provienen del Otro, del contexto y de la voluntad de honradez que uno opte por alcanzar.


[1] Assaig d’una filosofia de la proximitat: la resistència intima. JM.Esquirol Quaderns Crema Barcelona 2015

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