El viernes 18 de febrero celebramos el episodio Gamma de los Ciclos Filosófico-culturales del Club Mundial de Filosofía con la intervención de María José Binetti. Su reflexión que se apuntalaba como el disparador para el dialogo introdujo la cuestión que ella denominó del “Trans-individualismo identitario y las post-políticas del deseo”. Su disertación fue contundente, consistente y merece un reconocimiento explícito. Sin embargo, como bien sabemos, no hay posición filosófica que no sea objetable, y pueda, por ende, ser puesta entre interrogantes desde los mismos supuestos implícitos de las que parte.
En este sentido, Binetti partía de una descripción de lo que se ha dado en llamar postmodernidad casi apocalíptica, al caer en el tópico que todo lo torna simplista de que en esta época el mantra es “todo vale”. La metáfora de “la muerte de Dios”, constituye la exclusión de un juez trascendente que pueda determinar el bien y el mal, lo verdadero y lo falso y, en consecuencia, sitúa la cuestión axiológica-moral y epistemológica en el terreno de lo humano, que es su lugar. Así, aquello que depende de los humanos debe admitir, ya que nadie puede erigirse con mayor autoridad de ningún tipo que otro, que hay diversidad de perspectivas, que no hay absolutos y que debemos buscar estrategias de constituir consensos globales y comunitarios que nos permitan velar por el bien común.
Por lo tanto, “no todo vale” y desde ahí hemos de re-construir la condición humana y la ética y la política que hagan posible la vida. Butler, en este sentido, acuña la expresión de que “la vida del individuo sea vivible” —cito de memoria—.
En este contexto, y como subproducto del “todo vale” del que parte Binetti, ésta aborda la disolución de la categoría de mujer que se ha llevado a cabo, según sostiene, tendenciosamente. Aquí, obviamente nos adentramos en la cuestión de las teorías queer y de los feminismos más originarios que se contraponen en sus puntos de partida y objetivos.
Tras esto, que Benetti denomina una situación de “Barbarie política”, se hallan los intereses capitalistas de las élites filantrópicas que a base de financiación “compran” las ideologías a imponer como hegemónicas. Y no considero ningún desatino su enjuiciamiento, simplemente porque la historia nos ha enseñado que lo que mediante unas estrategias u otras se impone como hegemónico o “políticamente correcto” esconde intereses inconfesables y siempre conveniente de ser sometidos a sospecha.
En síntesis, algo hay de relevante en el discurso de Binetti que debe ser escuchado, suavizando el tremendismo algo dogmático, entiendo que hay cuestiones a clarificar y a consensuar cómo se gestionan en la praxis —que acaba siendo lo que dinamiza el mundo y la vida de los individuos—para que no se inculquen los derechos de las personas desde su infancia. Mas este consenso es difícil que llegue a fraguarse si no flexibilizamos los discursos y nos abrimos a un diálogo constructivo. Y “templar” un discurso no es más que reconocerlo como cambiante, sujeto a un posible error y despojarlo del dogmatismo.
Además, aunque cada uno se posicione desde una perspectiva, lo cual ya es admitir que hay otras y que la propia es también una metafísica de lo humano, entiendo que sigue siendo necesario establecer prioridades en este mundo que van de las condiciones de subsistencia para cada persona a, una vez subsanada estas, ocuparnos de cuestiones también muy relevantes. La dificultad radica en que la prioridad a la que acabo de hacer referencia toca el alma del sistema capitalista y, cualquier subproducto como bien dice Binetti y por lo tanto también el suyo, puede ser un distractor del sistema para impedir que erradiquemos lo intolerable -y esto es imposible sin cambios en el sistema económico-. Puesto que modificado sustancialmente en funcionamiento económico, y propiciando el acontecer de vidas que sean vivibles, construyamos entre todos comunidades ético-políticas que permitan la emancipación y la búsqueda de la identidad de cada individuo -entendiendo como identidad algo mucho más complejo que exclusivamente su cuestión sobre la corporalidad-
Evidentemente esta reflexión realizada a posteriori del evento no creo que sea justa ni significativa si no se escucha el vídeo y, por supuesto la exposición de María José Binetti que cumplió sobradamente las expectativas del espacio “NO ESTOY DE ACUERDO”, aunque siendo algo críticos tal vez los panelistas nos sentimos indigestados de tanta condensación de cuestiones que expuso y que podían ser contraargumentadas, que nos faltó cierta agilidad en el diálogo; al menos entiendo que eso sí me ocurrió a mí que nunca la había escuchado, ni leído. También decir que el tiempo del diálogo es limitado e intentamos ceñirnos escrupulosamente a este para que no se alarguen hasta el tedio los episodios. Gracias por la disponibilidad y la pasión con la que planteó las cuestiones a María José Binetti.
Mirad el vídeo porque plantea ciertamente más asuntos con claridad y consistencia que bien seguro os va a conducir a ir repensando durante largas horas o días. Tal efecto es el que me produjo a mí desde ayer.