CLUB MUNDIAL DE FILOSOFÍA: Presentación de la novela «El mal que nos hacemos» Terra Ignota ediciones, de Ana de Lacalle, presenta Francisco Tomás González Cabañas.

4 comentarios

Presentamos una novela que fusionando el género negro o de intriga con la reflexión filosófica tiene como prioridad la pregunta sobre el MAL.

Para recorrer el problema del MAL el género narrativo, como ya dijo Rorty al referirse a la literatura:

“Contiene un potencial considerable para sensibilizar al ser humano hacia los demás porque afina nuestra capacidad perceptiva”[1] 

Es decir, el lenguaje literario ahonda en nuestra sensibilidad y, por ello tiene una capacidad de interpelar personalmente al lector. Así, filosofar mediante la narrativa amplia la percepción del lector y, por ende, el público al que este tipo de reflexiones puede abarcar.

Las perspectivas desde las cuales puede abordarse la cuestión del MAL son diversas y dispares, por lo que la que mostraré a continuación no es más que una entre otras posibles y diversas.

Partimos, y así se hace implícitamente en la novela, de que el problema del MAL conforma un binomio con la cuestión sobre el BIEN. Ahora bien, un binomio relativamente antagónico. Me explico:

EL MAL no es un ente abstracto que sobrevuela el mundo para recalar azarosamente en cualquier espacio-tiempo y sujetos. Sino una adjetivación que puede atribuirse tan solo a las acciones humanas. Hay mal si hay acciones malas. Hay bien si hay acciones buenas.

En este sentido diríamos que la condición humana misma es antagónica, en cuanto contiene la posibilidad de actuar por tendencia a buscar el lazo o vínculo con los otros, así como el bien propio; o por el contrario porque con igual intensidad puede actuar agresivamente respecto de sí mismo y de los otros.

Sin embargo, no hay ACCIÓN absolutamente BUENA o MALA, ya que una acción puede resultar mala para unos y beneficiosa para otros. En ese sentido hablaba del relativismo de la contraposición de un término y otro.

Así, lo significativo de cualquier acción es la INTENCIÓN o VOLUNTAD con la que realizamos una acción y, por supuesto contemplar las CONSECUENCIAS benéficas o dañinas, según cuál sea nuestra voluntad, si queremos acarrear bien o mal.

En la novela se adopta esta concepción del MAL: no hay mal en sí como entidad abstracta, sino ACCIONES MALAS o BUENAS. Toda acción en cuanto es voluntaria, remite a una decisión previa que cada individuo toma según criterios que pueden ser muy diversos. Según Ana Carrasco-conde:

“Es ese «entre» de los seres vivos lo que nos hace humanos y romperlo o retorcerlo para someter y degradar al otro es lo que nos arroja a la deshumanización y a la inhumanidad”[2] (pg.211)

Así, tomamos decisiones que contribuyen a crear una comunidad humana de apoyo o a destruir toda colaboración entre los individuos. Las acciones que construyen lazos serían buenas no solo para un individuo, sino para el conjunto. Mientras que las que impiden la vinculación entre los individuos estimulan la lucha de unos contra otros y serían malas tanto para cada uno como para el conjunto.

Siguiendo con las palabras de Ana Carrasco-Conde:

“El hombre sigue siendo hombre, pero niega lo humano al destruir la conexión o el vínculo que hace del ser humano lo que es: un ser intersubjetivo que vive con los otros y construye mundo en el modo en el que articula el «entre» con los otros” (pg. 212)

En síntesis, el MAL solo existe si hay humanos que actúan MAL, de igual manera que sucedería con el BIEN, y recordemos que siempre relativamente. El equilibrio entre unas acciones y sus contrarias son necesarias para que los humanos vivamos como tales en comunidades que nos apoyen y en las que apoyemos.

Sin embargo, sería ingenuo ignorar que toda decisión-acción está contextualizada en una coyuntura sociopolítica y económica que la condiciona, aunque no la determina. A lo largo de la novela este rasgo fundamental se identifica en diversas ocasiones: las decisiones son resultado de contingencias de las que no podemos substraernos. Ahora bien, aunque cualquier humano decide-actúa bajo presiones externas e internas, no cabe legitimarlas en base a esas coyunturas. Ya que:

“Aunque desde la perspectiva del daño, el mal no es banal, sí lo es aplicado a la terrible facilidad con la que puede ser causado. Es abyecto, despreciable pero real, que quien hace el mal lo pueda hacer precisamente porque el otro no le importa, porque no reflexiona, porque no siente o, simplemente, porque trata al otro como un objeto sobre el que ejercer el dominio o conseguir algo a su costa degradándolo” (pg. 218)

Y quisiera destacar de esta cita un aspecto del que se ocupó, despertando una diversidad de críticas, Hanna Arendt, “Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal”. Experimento de Milgram[3] -parece darle la razón- quien se propuso identificar la facilidad con la que el mal puede ser realizado, al carecer de la conciencia de la responsabilidad propia con respecto de nuestras acciones. A falta de esa CONCIENCIA, acabamos formando parte de un engranaje burocrático legal y hasta legitimado que parece exculparnos de nuestro hacer. Aquí se evidencia el divorcio entre legalidad y legitimidad, ya que la primera forma partes del corpus jurídico y la segunda de la reflexión ética. No todo lo legal es moral, y por eso la reflexión ética es una responsabilidad ineludible para cualquier individuo.

Para ir finalizando, y conectando nuevamente, con sucesos que se narran en la novela, esta voluntad y necesidad de tomar conciencia de que somos seres intersubjetivos, en dependencia unos de otros, que hemos sostenido hasta ahora, puede quebrarse, si como expresa con habilidad Luís Seguí:

“Aun cuando el transcurso del proceso llamado civilizatorio ha creado la ilusión de que al menos una buena parte de las sociedades humanas ha hecho suyos unos principios morales que sus miembros asumen y respetan voluntariamente, no se trata más que de eso, de una ilusión” (pg. 27)[4]

Hasta hoy eso que denominamos proceso civilizatorio parece constituir una QUIMERA que nos permite sobrevivir.  Y no hay más que calibrar el estado del MUNDO.

Finalizo con las palabras de Schopenhauer que encabezan la novela:

“[El mal y la maldad del mundo], aun cuando estuviesen en la más justa proporción mutua, e incluso aunque fueran ampliamente superados por el bien, de todos modos, serían algo que de ningún modo y en absoluto deberían ser. Pero dado que nada puede surgir de la nada, también aquellos deben tener su germen en el origen o en el núcleo mismo del mundo.”

Schopenhauer, A.

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[1] Citado en Susanne Hartwig (ed.) Con la colaboración de Birgit Aka Culto del mal, cultura del mal Realidad, virtualidad, representación. Ediciones de Iberoamericana, 72. 2014.

[2] Ana Carrasco-conde Filósofa. Decir el mal. La destrucción del nosotros. www.galaxiagutenberg.com. Edición en formato digital: noviembre de 2021

[3] Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme importancia, pero dicen muy poco sobre cómo la mayoría de la gente se comporta en situaciones concretas. Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio.

Stanley Milgram. The Perils of Obedience (Los peligros de la obediencia. 1974)[3]

[4] Seguí, Luis   EL ENIGMA DEL MAL. Primera edición electrónica, 2017. México FCE.

Plural: 4 comentarios en “CLUB MUNDIAL DE FILOSOFÍA: Presentación de la novela «El mal que nos hacemos» Terra Ignota ediciones, de Ana de Lacalle, presenta Francisco Tomás González Cabañas.”

  1. ¿Existe el mal, el bien? Sí, me digo, hasta que lo cuestiono y dudo, sin negarlo, poniendo en un fiel mi yo animal, a un lado, y mi otro yo, al otro, si eso es posible. No puedo decirlo todo con dos, tres frases, tan solo.

    ¿ Filosofía barata? Es molesto, tal vez algo se me escapa.

    ‘El mal que nos hacemos’, tal vez, un día de estos.

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  2. Muy interesante, me suena como las temáticas hechas para estos filósofos amargositos…trataremos de buscar un espacio entre capítulos de la serie del Juego del Calamar para echarle un ojo, para ya no reprimir tanto a estos muchachos…Mi otro Yo siendo benévolo, lo cual me hace sospechar…esperemos cumpla su promesa…saludos desde acá…

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