Acabo de enterarme del fallecimiento de, a mi juicio, el mejor novelista de los últimos tiempos en lengua castellana. El corazón, nada blanco ya, me ha dado un vuelco. Enseguida ha acudido a mi mente que se marcha sin su deseado premio Nobel; una némesis que, según él entendía, ya sufrió su padre, el filósofo Julián Marías, por no ser reconocida su obra y su altura filosófica.
Javier entró en mi vida de forma algo tardía. La primera novela que leí de él fue “Corazón tan blanco” y me quedé prendada de esa prosa compleja y precisa, sus personajes reales y un contenido cuya ficción parecía estar al servicio de lo que mostraba con su narrativa: la falsedad, lo que parece ser verdad, las envidias, las infamias, la hipocresía social, …y tantas otras cuestiones que ahora mismo soy incapaz de relatar.
Tras el descubrimiento de uno de los escritores que más me han influenciado, me volqué como poseída en la búsqueda y lectura de todas sus novelas: El siglo, una novela temprana que me pareció excepcional, a pesar del barroquismo semántico y sintáctico que no se corresponde con el Marías de la primera novela que leí, ni de su posterior trayectoria. Han pasado por mis manos diría que casi todas las novelas que ha escrito -no diré todas por no exagerar, y errar por ello- y mi mente se ha enriquecido, ampliado y deleitado con frases que en sí constituían un profundo aforismo sobre el que meditar.
No era un escritor fácil de leer y eso provocaba el rechazo de muchos, sin embargo, era el escritor que alguien que aspira a tocar la más excelsa literatura no puede dejar de leer. Y es que en Javier Marías había mucho de lo que seguramente había leído de su padre, filosofía, y de su admirado Josep Benet.
La prueba definitiva de si te has quedado seducida por la literatura de este gran maestro es haber leído Tu rostro mañana, una novela en tres tomos donde las intertextualidades, a menudo de Shakespeare y de otros literatos ingleses o incluso de Faulkner, le sirven a Marías para narrar una historia compleja y profunda, con esa narrativa inigualable. El título creo que lo dice todo.
Se acabó la sorpresa estimulante de que Marías ha publicado otra novela. Quede, quizás, algún escrito que salga publicado a título póstumo.
He hablado del Marías literato, no de su faceta de ensayista que nunca me atrajo especialmente e incluso me sentía en desacuerdo con sus alegatos y argumentaciones.
Supongo que la sombra de su padre era más larga de lo que él mismo reconocía y de ahí sus artículos e incluso alguna obra de ensayo.
Se nos ha ido el mejor, en estos momentos. Seguramente con ese sabor agridulce de no haber alcanzado su reconocimiento más preciado, ese Nobel al que año tras año estaba nominado. De hecho, su identificación con el tipo de vida inglés le hizo ser más respetado y halagado en otros países. Sus obras se tradujeron a muchas lenguas y los premios que llegó a obtener fueron muchísimos.
Solo me resta pensar que ya está en paz.