Vínculos violentos/ vínculos amorosos

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El hábito y la costumbre conforman nuestra visión del mundo. Aquello que hemos percibido que se muestra conjugado en el tiempo y próximo en el espacio, una y otra vez, acaba constituyendo una creencia en nuestra mente que confundimos con certeza. Estas palabras reflejan la concepción empirista radical de Hume, como muchos sabéis. Un virtuoso de la observación y descripción de cómo asocia ideas sobre hechos nuestra mente.

Analicemos esto con detenimiento. Desde niños percibimos hechos que nuestra mente por reiteración asocia, llegando a conclusiones que a los adultos nos parecen de una lógica aplastante -cuando todo está basado en la observación-. Un ejemplo, indeseable pero común en otros tiempos, era el castigar lo que los padres consideraban intolerable -y tenían poca tolerancia- con un guantazo, y con mucha más contundencia si la cuestión era considerada grave. Así el niño deriva de su experiencia que ante conductas de los otros no admisibles la respuesta adecuada era la agresión física. Lo normal lo marcaba la tradición, las creencias, lo cual no era de recibo cuestionar. Actualmente, sigue habiendo muchos niños que crecen en ambientes violentos, aunque el contexto social haya cambiado sustancialmente.

Es fácil, admitiendo la simplificación que estamos haciendo, que quien ha crecido educándose en esos parámetros, sea una persona en el futuro con una tendencia marcada a recurrir a la violencia para imponer su voluntad. Esto reforzaría la concepción de Hume que nuestra visión del mundo se fundamenta en el hábito y la costumbre, y que la fuerza de estas nos haga creer que lo que pensamos son certezas. El ejemplo más significativo, que utilizaba el pensador escocés, era la creencia de que como hasta ahora, tras la noche cada mañana sale el sol, pensamos que disponemos de la certeza de que mañana saldrá el sol, cuando no es más que una idea vívida originada en nuestra mente por la costumbre de que hasta ahora siempre ha sido así.

Bien, pues, partiendo de esta visión parcial que hemos mostrado de la fuerza que tiene la experiencia en nuestra forma de entender el mundo y la existencia, debemos reconocer que el contexto socioeconómico, racial, etc., …en el que nace y se educa un individuo le dotan de herramientas para enfrentarse al entorno, y si estas han sido la violentas,  la preponderancia de individuos violentos que han crecido en ambientes de esa naturaleza es clara. Lo cual no significa que, consideremos que estas conductas que surgen del arraigo nuclear de cómo se vive, no sean re-educables y que el determinismo que azota a estos individuos sea absoluto.

Ahora bien, la acción de educar derrumbando creencias cuestionables exige recursos que el Estado, como primer responsable de la situación en la que crecen muchos individuos, debe poner: profesionales preparados, entornos educativos sanadores, en definitiva, toda herramienta que permita que los así educados adquieran e interioricen nuevas experiencias que puedan sustituir a las primarias.

Hoy acostumbra a recurrirse al término resiliencia, el cual puede situar excesiva responsabilidad en el individuo que ha sido una víctima cuando no posee recursos internos para dinamitar lo que han marcado a fuego en su interior. Cierto que hay personas con más capacidad de resiliencia que otras, pero eso no recae exclusivamente en la voluntad personal, sino en la ayuda profesional que pueda recibir posteriormente que debe servir para proporcionar experiencias de vínculos sustantivamente diferentes a los vividos. Y no vínculos de laboratorio, que es el problema a veces de los tratamientos psicológicos, sino vinculaciones reales que permiten al individuo comprobar que ocurra lo que ocurra, nunca es el zurriagazo la herramienta para solucionar los problemas, sino el diálogo franco con alguien en quien has podido depositar toda la confianza, esa que tanto costará que pueda desarrollar un individuo que ha crecido con la espada de Damocles en su cabeza, y está siempre en estado de alerta para advertir de donde provienen los golpes.

Las experiencias de laboratorio no conforman auténticas experiencias renovadoras para los individuos, porque este se acaba apercibiendo de que son artificiales, y lo artificial tiene mucho de provocado desde un planteamiento racional, en el que poco se implican las emociones auténticas de los educadores, psicólogos, etc.

Los vínculos violentos solo pueden ser combatidos con vínculos amorosos reales, cualquier otro intento, en demasiadas ocasiones, puede resultar infructuoso.

Plural: 3 comentarios en “Vínculos violentos/ vínculos amorosos”

  1. Bien que j’admette tout ceci pour une partie je ne pense pas tout aborder suivant le schéma imprimé par notre enfance. La vertu (quand on en possède encore, ce qui devient pratiquement obsolète) oui est prépondérante pour l’orientation de nos jugements, mai bien que ça fasse souffrir de voir où ça mène aujourd’hui, je pense que nous n’avons pas à en changer.
    L’amour est dans ses incidences sur tous les effets dus à la société, c’est sûr que c’est pratiquement impossible de reconnaître une valeur au monde actuel, qui développe l’impossible union.
    Je t’embrasse Ana, assuré avec toi de ne rien perdre.
    Alain

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