Desgranando los sucesos del pasado, cuyo sumatorio indica orientativamente en quién nos hemos convertido, alcanzamos una comprensión de la mirada con la que cubrimos el mundo. Esto explica, pero no legitima, nuestros mazazos posteriores a cuanto nos rodea. Disponemos del derecho de lamentarnos, inculpar, enrabiarnos contra lo acontecido; más si todo ello acaeció a costa
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Vivo en Barcelona, hoy no tengo ganas de escribir, ni creo que pueda encontrar palabras, expresiones ni giros lingüísticos que lo hagan posible. El silencio es a veces lo más elocuente.
Hay elementos reiterativos que se utilizan para intentar explicar el mundo contemporáneo que, sin cuestionar su veracidad, nos producen una impotencia y ya casi indiferencia demoniaca. Me refiero al hiperconsumismo –la falacia de satisfacer toda necesidad con bienes de consumo- el desarrollo de la tecnología que aumentará el banquillo de los parados –sobre todo de
Si la ley, en un marco democrático, es un precepto dictado por los representantes de la soberanía popular en consonancia con la justicia y para el bien de los gobernados, entonces cualquier transgresión de la ley es un acto violento contra el pueblo o los ciudadanos y, por ende una rebelión, es decir, levantamiento público
La violencia es, a menudo, la manifestación de una situación insostenible para un sujeto que desinhibido por el dolor, expresa su malestar con toda la agresividad de los impulsos, hasta entonces refrenados. Este tipo de. violencia sería quizás consecuencia de la padecida estructuralmente
Abrumados por una cultura decadente, sibilinamente violenta y cruel, por cuya elasticidad se despliega en senderos contrapuestos, siempre en lucha y con un vencedor de antemano conocido, desistimos y nos desvanecemos de impotencia. Sin embargo, no estamos legitimados a ser sujetos pasivos por incapacidad, porque toda actitud deviene una omisión o una acción de la
La violencia se genera como una acción gratuita, así se reacciona ante ella vengativamente con la misma virulencia que se ha padecido.
Implorar lo que nos pertenece es despojarnos de ello y reconocer la legítima usurpación por parte del otro. Por eso algunos recurren a la violencia, como acto que exige el retorno de lo propio y expoliado. Una vía intermedia sería que los agresores reconocieran su delito sin necesidad de imploración, ni de violencia. Así tal
Quien declina el uso de la violencia está fortalecido por argumentos más que por opiniones.
La violencia es, en ocasiones, una reacción vengativa ante la ausencia de justicia social, otras una acción instintiva por falta de justicia interior. Siempre parece desatarse la tormenta violenta a resultas de un desequilibrio, de una escasez de armonía, de una justicia carente de equidad. Velar por la justicia en todas sus formas es proteger