El despecho es la reacción de quien se siente herido y humillado por el ninguneo ajeno. De este resentimiento visceral surge la imperiosa necesidad de aparentar indiferencia, a fin de evitar que el otro presione con su pie victorioso nuestra testa. Constituye un mecanismo de defensa para no sentirnos un deshecho ante la mirada ajena, aunque quien reacciona despechadamente se reconcoma por un escozor agudo y una autoestima destruida.
Hay personas con más sensibilidad y tendencia a experimentar los gestos de los otros como desprecios y, por ende, a que se desate en su interior esta explosiva experiencia. El odio, la agresividad y el dolor que hierven en sus entrañas pueden llevarlos a acciones -ahora sí, aunque tal vez impulsivas- vengativas, cuyo propósito sea dañar al otro en proporción al daño sufrido.
La cuestión es entender qué está sucediendo en esa relación, entre dos o entre uno y el mundo. Juzgar es ineficaz e injusto, ya que nadie reacciona de la nada con una furia desmedida. Hay un poso de maltrato y sufrimiento en quien reacciona con despecho, y una cierta dosis de insensibilidad por parte de los que no se aperciben que determinadas acciones pueden desatar una tempestad en otros.
Así, el despechado debe hurgar en sí mismo para identificar sus heridas no cicatrizadas, y el resto dar un trato respetuoso y delicado a quien, hallándose ante ellos, desconocen e ignoran que lastre lleva cargando durante su existencia.
Retomamos pues la idea de hacernos conscientes de nuestra interdependencia, y por ella necesidad mutua. En otras ocasiones los ninguneados y despechados podemos ser nosotros, si no interiorizamos que el otro merece ser tratado con la dignidad que posee cualquiera como persona.
Siempre me pones a reflexionar. Entiendo que la mayoría de nosotros hemos sentido en algún momento despecho. Todos reaccionamos diferentes. En momentos nos han hecho descubrir a quien no le gustamos, o un epifania que nos obliga un cambio de dirección, claro luego de haber pasado este trago amargo de la decepcion donde deseamos retribuir el dolor que nos han causado. También es curioso ver como el despecho en ocasiones hace que se liberen fuerzas como si fueran un impulso de lucha que propicia un desenfreno para reinvidicar la posición en que nos encontramos y demostrar con despecho lo que no nos pueden entender.
Si de alguna forma tienes tiempo, deseo que me critiques un trabajo humilde que estoy escribiendo sobre solo un tema en particular pero con dos conceptos entrelazados. Es de 37,000 palabras aproximadas.
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Pues encantada. Te pongo correo alacalle@gmail.com
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