¿Qué significa proteger al menor?

Un comentario

En nuestra sociedad suceden hechos tan escabrosos e incomprensibles que pocos son los que se definen al respecto, no sea que caigan en lo políticamente incorrecto. Somos una cultura que dice proteger a sus menores, prohibiendo el ejercicio de la violencia sobre ellos -cuestión obvia, porque ni a los perros se los adiestra hoy a base de golpes- y garantizando que las familias se hagan cargo de ellos económicamente, incluso siendo mayores de edad si no tienen medio de subsistencia.

A priori, estas dos medidas parecen de sentido común. Ahora bien, sabemos que “hecha la ley, hecha la trampa”, por lo que deberían ser bien analizados los casos, si se interponen denuncias para ponderar la acción cometida por los padres o tutores respecto de sus tutorados. Me explico, una bofetada aislada en un momento dado -y aquí van a saltar todas las alarmas- y en circunstancias excepcionales puede tener un efecto de alerta en el chaval que creía tener la sartén por el mango, ya al cual se le acaba de imponer un límite claro, que nunca se había utilizado. Entiéndase bien que, nos referimos a situaciones excepcionales de las que luego pondremos algún ejemplo. Sin embargo, los niños/chicos tienen un sentido del pragmatismo muy desarrollado y algunos recurren a interponer una denuncia por maltrato manipulando los hechos, o amenazan a sus tutores con denunciarlos. Recurren, hoy más que nunca, padres maltratados por sus hijos a los centros de salud mental que no saben qué hacer. La gran ausente para que la educación sea posible es la Autoridad -no el autoritarismo, supongo que no hace falta que explique la diferencia- Sin autoridad no hay límites que los menores asuman como propios, y su percepción puede ser que cada uno puede hacer lo que le venga en gana, caiga quien caiga. Hay que reconocer que alrededor tienen muchos antiejemplos al respecto: en la política, el trabajo, los ídolos del deporte o la música. No todos , por supuesto, pero sí los suficientes.

Es decir, de forma general hemos concienciado a los niños de sus derechos para que sepan protegerse de malas prácticas denunciables, hemos obviado que también tienen obligaciones, o poco se las recordamos junto con sus derechos, y hemos sembrado las semillas que han dado paso a generaciones que solo se creen con derechos, exigentes e “intocables”.

Recordemos los casos, que se han hecho públicos, en los que menores de trece y catorce años han participado y efectuado violaciones a otras menores -si incluimos los menores de dieciocho es alarmante-. Al no tener aún, por ser “niños” responsabilidad penal, las consecuencias de sus acciones pueden llegar a ser irrisorias para ellos. Haciéndoles creer que, de alguna manera, poseen carta blanca. De acuerdo que el objetivo debe ser reeducarlos, rehabilitarlos, etc., pero que eso se haga siguiendo en sus casas, sin pasar ni una noche fuera, y en un contexto que, no olvidemos, no le ha servido para inhibirse a la hora de cometer el delito, no es probablemente la mejor manera. Seguramente, en estos casos acaba ocurriendo que si violadores y víctimas acuden al mismo centro escolar quien se ve por supervivencia mental obligada a cambiar de centro es la víctima. Este hecho comporta un mensaje subliminal para los chavales poco reeducativo. Además, el delito al ser grave debería comportar el internamiento de estos menores, aunque tengan trece o catorce años, para que sean capaces de percibir de forma tajante e inmediata que no podemos ir haciendo lo que nos da la gana, a costa de vejar, cosificar y destrozar la vida a otra persona. Desconozco si después del año 2000 se ha remodelado la ley del menor y existen más limitaciones al respecto, pero según ésta esos menores pueden ser ingresados en centros en los que se haga de forma intensiva una tarea de concienciación de la gravedad del delito cometido y se pueda hacer una labor auténticamente terapéutica para que este chaval no vuelva a cometer ni ese delito ni ninguno.

Conozco de primera mano, un caso en el que un chaval de 16 años, tras reventar la puerta de un establecimiento y robar, estando en la comisaría de los mozos de escuadra, propusieron que escribiera una carta de arrepentimiento y fiesta olvidada. A lo cual, su madre con extrema lucidez repuso: “¿Tú lo ves arrepentido?” y exigió que le impusieran la sanción que correspondía al delito. Así, el supuesto arrepentido que mantenía una expresión chulesca de esto no va conmigo, se vio obligado a acudir y estar controlado semanalmente por una psicóloga de la policía, a la que debía dar cuenta de a qué dedicaba su tiempo le urgían a que hiciera cursos de formación profesional y ejercían la función rehabilitadora que era necesaria. El problema es que, si en lugar de que el caso vaya al juez directamente, la policía lo resuelve amistosamente, la responsabilidad de que el menor asuma las consecuencias de lo que ha hecho recae sobre los padres que son los que conviven con él. Fue el caso de esta madre, que tuvo que escuchar durante tiempo por parte de su hijo que estaba en esa situación por culpa de ella. Absolutamente confundido y equivocado porque el mensaje y la sanción no le llegó sin medias tintas de quien debía llegarle.

Para ir concluyendo. Proteger a los menores es un concepto amplio que incluye, no solo que estén a salvo del daño que puedan hacerle los adultos u otros menores, sino también del daño que él puede infringir a otros y a sí mismo, en especial si no reeducamos convenientemente su conducta cuando se desorienta o transgrede límites infranqueables. Nuestros menores son los adultos del mañana. Su educación no solo es tarea de la familia, la escuela, sino de la sociedad y de las autoridades, en el sentido de que lo que hace que un menor calibre la seriedad de su conducta es que las medidas reeducadoras que se tomen sean proporcionales a la gravedad de su conducta. Si esto no es así, no protegemos a ningún menor, ni al que puede ser actor de una acción violenta, ni al que puede padecerla, ni por supuesto respetamos su derecho a una Educación de calidad, en la que en ocasiones son varios los agentes sociales que deben intervenir.

No admito que es falta de educación sexual, en el caso de las violaciones mencionada, sino de Educación como persona que no cosifica a los otros en ningún sentido, aunque el sistema socioeconómico en el que vivimos lo haga constantemente. Deberíamos cuestionarnos las causas diversas que están provocando que aumenten estos fenómenos y calibrar que el entorno cultural también educa o deseduca y probablemente la desorientación de nuestros menores es supina.

Singular: 1 comentario en “¿Qué significa proteger al menor?”

  1. Eso de proteger al menor infractor…recuerdo cuando en bachilleres los «angelitos» libraban la detenciòn aduciendo ser alumnos, aunque estuviesen drogandose o bebiendo alcohol en la calle frente al plantel, son las cosas que no extraño de bachilleres, no sé el filósofo/ podològo, Yo al menos no…Sorry mi otro Yo que aùn no supera el trauma de esos años….besos al vacío desde el vacío

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