Anotaciones sobre la Teoría Queer.

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La teoría Queer[1], a la que se adhieren muchos jóvenes, y no tanto, sean o no conscientes, no puede considerarse una verdad incuestionable, porque entraría en contradicción con ella misma. En primer lugar, porque su afán es deconstruir el patriarcado heterosexual binario que consideran la normativa imperante a partir de la cual los individuos construyen su identidad. En este sentido Judith Butler afirma:

“¿Qué es lo que quiere el género? Hablar de esta manera puede parecernos extraño, pero resulta menos raro cuando nos damos cuenta de que las normas sociales que constituyen nuestra existencia conllevan deseos que no se originan en nuestra individualidad. Esta cuestión se torna más compleja debido a que la viabilidad de nuestra individualidad depende fundamentalmente de estas normas sociales.”[2]

Si como sostiene Butler la ideología imperante constituye la identidad, tal vez deberíamos luchar contra la hegemonía de cualquier ideología y, en este sentido, tampoco podría catapultarse lo queer como el paradigma único ya que estaríamos incurriendo en someter a los individuos a una dominación cultural que afecta la constitución de su identidad.

Se podría oponer a lo dicho que la teoría queer intenta ser un lenguaje suficientemente amplio para poder manifestar la diversidad sexual, y que esto no lo permitía la teoría dominante hasta ahora.

Asumo que es cierto que lo queer hace referencia a un amplio espectro de posibles identidades sexuales que no tienen límite, ni en su acotación externa, ni curiosamente interna. Es decir, parece que el desarrollo de la teoría tiende a eliminar categorías bajo las que los individuos deben identificarse y, por lo tanto, a disolver cualquier posibilidad de hablar o decir, ya que no hay significante que pueda acotar un significado de forma estática.

También puede ser sostenido que el deseo, que debe originarse en el individuo y que necesita del reconocimiento de los otros para su validación social, puede verse sometido a proyectos de reconocimiento que deshagan a la persona, al proporcionarle reconocimiento, o a deshacerla al negarle este reconocimiento. La consecuencia, como sostiene Butler, sería:

“El reconocimiento se convierte en una sede del poder mediante la cual se produce lo humano de forma diferencial. Esto significa que en la medida en que el deseo está implicado en las normas sociales, se encuentra ligado con la cuestión del poder y con el problema de quién reúne los requisitos de lo que se reconoce como humano y quién no”, y aún más “Si yo soy de un cierto género, ¿seré todavía considerado como parte de lo humano?[3]

Entiendo que aquí es necesario hacer una serie de matizaciones. La autora sostiene que el género es el único criterio que imponen las instituciones para conferir la categoría de humano a un individuo. Aquí podría detectarse una hipérbole intencionada, ya que las sociedades heteropatriarcales no han considerado no-humanos a los que no se reconocían en el binarismo clásico; lo que se planteaba era una cuestión moral, respecto de si esas identidades o conductas sexuales eran admisibles, no de si quien las llevaba a cabo era un engendro. En consecuencia, si la argumentación para reconocer una diversidad de géneros es que se les ha negado su condición humana, entiendo que se excede. Aquello que es humano o no ha tenido históricamente una connotación moral, por eso calificábamos a los que desataban una agresividad macabra como bestias; sin embargo, no coincido en que lo mismo haya ocurrido con las diversas posibles identificaciones de género. Se han podido considerar moralmente perversiones, pero nunca que no fuesen humanos.

Además, curiosamente sin pretenderlo al utilizar este argumento ella misma utiliza el término humano con un tufillo moral, ya que sostiene que se tenga la identificación de género que se tenga también deben ser considerados humanos, y debe haber proyectos sociales que así lo permitan. No está resignificando el concepto de lo humano, sino que intenta que se amplie el significado.

Obviamente, aquí no hemos abordado el problema del que se ocupa lo queer en toda su dimensión. El objetivo ha sido simplemente hacer patente que, si queremos huir de esencialismos y categorizaciones que nos vengan impuestas desde las normativas sociales, debemos ser prudentes y no sustituir unas imposiciones por otras. Dicho en otros términos, quienes no coinciden con la teoría queer a parte de ser calificados por defecto de homófobos, transfóbicos, …retrógrados, fachas, ¿son considerados con el mismo valor como personas que los individuos del movimiento LGTBI? -y seguro que me dejo alguna sigla incorporada últimamente-. Intuyo que aquí se está incrustando un binarismo o un dualismo, o como se le quiera llamar.

¿Hay que afirmar que alguien que manifiesta que no tendría relaciones sexuales con una persona trans es ser transfóbico? Hablando especulativamente, porque como bien sabemos hay decisiones que no son certeras hasta que no nos hallamos en la situación, concreta y determinada.

Quiero acabar con una cita de Butler, que me parece hermosa, y con la que coincido si no me pongo quisquillosa, y que debería inspirar a todos ética y políticamente:

“Creo que se convierte en una cuestión ética no sólo cuando nos hacemos una pregunta personal: ¿qué hace llevadera mi propia vida?, sino también cuando nos preguntamos desde una posición de poder y desde el punto de vista de la justicia distributiva qué hace, o qué debería hacer, la vida de los demás soportable. En alguna parte de la respuesta nos comprometemos no sólo con un cierto punto de vista sobre lo que es la vida y lo que debería ser, sino también con una idea sobre qué constituye lo humano, la vida propiamente humana, y qué no”[4]

Aunque leyéndolo con profundidad, o sea poniéndome quisquillosa, mi deseo es decir: NO, A TODO.


[1] La traducción literal del inglés equivaldría a raro o extraño

[2] Butler, J. Deshacer el género. Ediciones Paidós ibérica. Barcelona, 2006

[3] Ibid. Pg. 14-15

[4] Ibid. Pg. 35

Plural: 2 comentarios en “Anotaciones sobre la Teoría Queer.”

  1. Ruben Ayala n. Lo 1ro un destrozó de la sociedad, imponer nuevos géneros en vez de adecuarse y terminan con evitando mantener la especie viva y está se extinga solo por complacer a géneros desvirtuados, el experimento de ratones en un mismo espacio pone de manifiesto a dónde nos quieren conducir. El 2do tema ese individualismo que nos impone el neoliberalismo no es más que una trampa para devorarnos en nuestra individualidad egocéntrica y narcisista.

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