Resultados de las pruebas PISA: debacle en Catalunya.

Resultado de las pruebas PISA en Catalunya: desastre -no sólo aquí, pero es lo que conozco de primera mano-. Excusa primera: la pandemia; a mi juicio, impresentable porque todos los países pasaron por ella. Cierto que los resultados han empeorado en gran parte de Europa -ahora sí, podemos acogernos a la pandemia-, pero la caída vertiginosa en matemáticas, ciencias y comprensión lectora en Catalunya equivale -según datos de TV- a llevar un curso de retraso.

Para analizar la situación el medio televisivo vuelve a recurrir a los expertos: esos que en su gran mayoría teorizan sin haber pisado un aula en décadas o nunca. Ni un profesor entrevistado. La valoración de los docentes no importa. Ahí tenemos una de las grandes causas: mientras los que educan directamente a los alumnos no tengan ni voz ni voto con relación al sistema y las estrategias de aprendizaje de la nueva pedagogía que se les están imponiendo no hay mejora posible. Y, como siempre, no se recurre a los profesores para pedirles que hagan su diagnóstico y su análisis. Se les trata como si tuviesen el mismo valor que el ordenador que utilizan los niños; una herramienta que por sí misma no vale nada. Una expresión de alienación absoluta. Así, la situación no mejorará.

El colectivo de profesores que desde hace años se han opuesto al buenismo de las nuevas tendencias pedagógicas deben estar lamentándose de que nadie los haya escuchado seriamente. A muy pocos, y como si fueran la rara avis necesaria para montar el circo, que siempre viene bien como distractor de lo que es fundamental.

No quería dejar de hacerme eco de algo que he padecido, aunque me retiré antes de que ejercer de profesor fuese algo heroico del todo, aunque no dispongo de más tiempo para profundizar: ya se sabe el puente de la constitución, de la que tampoco me inhibiré de hablar cuando vuelva de tres días de pretendido descanso. Por el momento os remito a alguno de los posts que durante estos años he publicado respecto de la educación y la triste figura del profesor, tal y como es tratado institucional y socialmente.