Los que nos dedicamos a la Filosofía, de una manera u otra, podemos caer en una flagrante contradicción: predicar la necesidad de la reflexión y el análisis de cuanto acontece para, distanciados de la presión del ocurrir, desvelar los mecanismos implícitos, u ocultos premeditadamente, que nos domeñan y anulan como individuos críticos, y simultánea e