Podemos lamentar el fallecimiento de Maradona, como el de cualquier otra persona a la que desconocemos, por empatía o solidaridad humana. Simplemente, deberíamos apenarnos para ser justos con menor intensidad que lo hacemos por los miles de persones que fenecen de hambruna, de falta de medios de subsistencia, en definitiva, de pobreza. Pero estos últimos