En la medida en que se suceden, el sumatorio de los instantes constituyen toda una existencia. Algunos son fugaces auras que nos arrullan como duendes lisonjeros. Otros se instalan en el tuétano del alma como púas que hieren hasta desaguarnos. Ambos se alternan indefinidamente en nuestra finitud. La cual percibimos como amenaza pavorosa o, bien,