Hay arañas que tejen su tela en cerebros mutilados. Su carencia de actividad neuronal es añeja y la laboriosidad paciente y constante de aquellas percute en esas zonas inertes. Sin sinapsis, ni transmisiones electroquímicas se inhiben emociones, razonamientos, ideas y los arácnidos se ceban como termitas ansiosas en el marasmo neuronal. Este tipo de individuos son lo que podríamos denominar descerebrados. Abundan, y su finalidad no es nunca la resolución de conflictos, sino la perpetuidad de estos para que se multipliquen las arañas hilando velos casi opacos.