El tiempo parece un continuum centrifugado, no avanza, no se agosta ni se consume. Existe un punto de infinitud del que no podemos evacuarnos, atrapados en ese hondo y vacío abismo desistimos exhaustos y vencidos. Acaso por un absurdo cósmico que nadie supo aprehender y que devastó nuestra posibilidad de ser y, por consiguiente, negados como entes fácticos desplegarnos en el espacio, tan solo para devenir.