¿Es el coronavirus el problema?

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El poder de los medios de comunicación -incluidas internet y la redes sociales- es alarmante porque” crean el estado de opinión pública” sobre aquellas cuestiones que son del interés de poderes económicos más elevados.

Pensemos, por un momento, de los telediarios de todas las cadenas abrieran sus espacios dando cuenta de la cantidad de “cacas” de perros que ensucian nuestras calles debido a la falta de civismo de los responsables de estas mascotas. Con los días, muy probablemente, conseguirían generar la preocupación de toda la ciudadanía por la insalubridad de nuestras calles, del riesgo que corren nuestros hijos arrastrándose por el suelo en una pataleta y, lógicamente, arremeteríamos como bárbaros contra aquellos que pilláramos abandonando en la vía pública dicho excremento. Con las semanas no llegaríamos a hablar de otra cuestión como preocupación prioritaria, aunque las cifras desmientan -las no manipuladas- los casos reales de descuido e irresponsabilidad en relación con la inmensa mayoría de conciudadanos concienciados que salen de paseo abastecidos de las herramientas necesarias para recoger esos deshechos e incluso limpiar las zonas en las que los canes han chorreado su líquido biológico.

Pero, claro está, si cada vez que se descubre una encabeza los noticiarios se desata una psicosis que provocará como posibles sospechosos habituales a todos aquellos que veamos por la calle paseando a su perro.

Algo semejante intuyo que está sucediendo con el coronavirus y más cuando contribuyen en esa propagación del pánico hasta las autoridades sanitarias. Hace unos días acudí al ambulatorio de mi zona y me quedé pasmada al comprobar que tanto en personal administrativo como sanitario iba provisto de mascarillas de alta protección.  Esta práctica no la había detectado nuca: ni con el año que les dio por la gripe A, ni posteriormente con el ébola.

Tras eso, leo que la gripe A es la que tiene más incidencia en nuestro país y empiezan a desencajárseme unas piezas y a exigir su recolocación en otro sentido.

Desconozco qué ha motivado esta pandemia mental del coronavirus. Solo sé que ciertamente se están esforzando en generar un pánico generalizado, al que tengo la impresión que se han sumado todos los estados -quizás por temor a ser acusados por sus votantes de pasividad ante semejante problema-, medios de comunicación que organizan los telediarios de cualquier franja horaria alrededor de dicho virus e incluso las autoridades sanitarias con un exceso de protección al que nunca han recurrido con ningún tipo de gripe -que se sepa hasta la fecha, más generalizada y mortal para los grupos de riesgo-  ¿Cuántos caso de infectados por coronavirus han diagnosticado? Cero ¿Cuántos casos por gripe A o común? No dispongo de datos, pero suponemos que el comportamiento de este virus debe haber oscilado brevemente de un año a otro, por lo tanto, unos cuantos.

La escenografía y el resultado son obvios: desconfianza, frenazo del turismo, del comercio y en general de la actividad económica. Pero la realidad bien podría ser otra bien diferente.

Aducir que esto responde a la libertad de prensa en una democracia parece mofa. Ni hay libertad de prensa cuando esta resta subyugada a los dictámenes de los poderes económicos que las financian, ni la opinión pública existe en absoluto. Antes bien creencias insufladas a base de repetición ad infinitum de un peligro letal, ni por tanto pertenece a lo público, a lo que el pueblo libremente cree.

Con lo que volvemos a tropezar con las antinomias de la democracia: quiere parecerlo, pero actúa de forma manipuladora y aniquiladora de los individuos críticos, mediante el dominio del gran público.

Con el tiempo esta obsesión se diluirá, pero dará lugar a otras cuyas consecuencias pueden ser más nocivas. Lo que deberíamos preocuparnos no es el coronavirus si no el poder con el que disponen de nuestras mentes estableciendo nuestras prioridades, nuestros miedos, y nuestra racionalidad instrumental para responder ante estos temores.

Así constatada la verosimilitud de la sospecha nos sentimos grupúsculos necesarios en si conjunto, pero prescindibles como individuos y por ello míseros cómplices que habituamos nuestras acciones a lo menos controvertido y problemático.  

Plural: 12 comentarios en “¿Es el coronavirus el problema?”

  1. Completamente de acuerdo. Cuando vi cómo bombardeaban los más mierda con el dichoso coronavirus, me dije que había minino encerrado. Qué pueda ser, lo ignoro. Acaso un nuevo negocio de la OMS, una organización que en el fondo es una mafia, controlada por los Gates y los rockefeller, entre otros? No sé. Ahí lo dejo.

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  2. Eres terrible, estoy muy en acuerdo contigo. Es lamentable que la mismas personas que padecen del síndrome «lo que el mono ve, el mono hace» acusen de locura al que les lleva la realidad. Será que se han vuelto parte de una funesta profecía:
    Hechos 28:27
    Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyeron pesadamente,Y sus ojos han cerrado, Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y entiendan de corazón, Y se conviertan, Y yo los sane.

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