Si el lenguaje es el pensamiento, o el pensamiento es lenguaje, quizás podamos atisbar por qué allí donde la Filosofía se tropieza y se queda muda, el poeta alcanza un más allá en esa manifestación lingüística de lo que queda tras el acontecer. Más que lamentarnos, deberíamos festejar que sea el poeta quien, en ese baile dionisiaco con las palabras, pueda bailar y vivir él mismo. Esto, sería la nítida manifestación de que el vivir no se agota, ni resta asfixiada por estructuras lógico-lingüísticas.

Sans aucun doute le poète rend le sensible plus évident que le philosophe, un peu comme le docteur qui ment au malade pour ne pas qu’il souffre davantage…
Alain
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