Me perturba un trasiego como de hormigas caóticas huyendo de un zapatazo que, a pesar de la confusión, creo que se aloja en mi mente. Veo mi cuerpo, lo palpo, lo pellizco, lo retuerzo y tan solo consigo añadir ese dolor físico que me provoco; mas continua cosquilleante, o casi finamente punzante, ese revoltijo que genera una comezón insoportable, ya.
